La muerte del insigne poeta Manuel Acuña

Autor: Barret Gonzalo

Fragmento

En el instante en que entramos a una escuela de medicina podemos percibir el ambiente de sucesos que han discurrido dentro de los recintos que constituyen el complejo arquitectónico. Eso mismo sentí cuando, con el fin de entregar un artículo para una revista, visité al doctor Joaquín Ocampo en el Palacio de Medicina de la Ciudad de México; aquel vetusto edificio diseñado por el arquitecto Pedro de Arrieta, quien inició los trabajos de construcción en 1732 concluidos en 1736. Parece que las piedras de la construcción se animaran y estremecieran con algo etéreo, impregnadas de una fuerza que se empeña en mantener unidos los objetos sobre los que se derramó el espíritu de las personas que transitaron en ella; vivencias, drama, dolor, angustia, inconformidad, celos y desesperanza parecen afanados en permanecer anclados en lo terreno, con más fuerza que los sentimientos nobles. Pues bien, este edificio, me decía Joaquín se construyó dentro de la zona céntrica de la ciudad, ya que era necesario dar un mensaje a sus habitantes, pues en él eran recluidos en oscuras celdas los “enemigos de la iglesia” que, a menudo, no eran más que presos políticos del virreinato.

Palabras clave:

2014-03-31   |   717 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 2 Núm.1. Enero-Marzo 2014 Pags. 48-51 Sal Chiap 2014; 2(1)