Autores: Mendoza Fuerte Eduardo, González González José Alberto, García Cantú Dora Alicia, Bosques Padilla Francisco Javier, Cortez Hernández Carlos Alejandro, Maldonado Garza Héctor Jesús
Antecedentes: El signo de la bola blanca se describió recientemente durante la ligadura de várices esofágicas con sangrado activo. Objetivo: Determinar la relación entre el signo de la bola blanca y el resangrado. Material y métodos: Incluimos pacientes con hemorragia variceal tratados con ligadura. Se estudió la edad, el sexo, el estado funcional hepático, la causa de la hepatopatía, el tamaño de las várices esofágicas, el éxito del procedimiento y las complicaciones. Se eliminó el análisis del resangrado a los pácientes que no tuvieron control inmediato del sangrado y a quienes no cumplieron un seguimiento de siete días. La ligadura se realizó con la técnica de Stiegman utilizando un juego de seis ligas. Resultados: Se incluyeron 26 pacientes y se logró controlar el sangrado activo en 24 (92%) con el signo de la bola blanca. Completaron el seguimiento 23 pacientes, 19 hombres y cuatro mujeres, con edad de 47 ± 13 años. La causa de la hepatopatía fue alcohólica en 12, no determinada en 8, tumoral en 2, esteatohepatitis en 1. El estado funcional Chile-Pugh fue A en 8, B en 8 y C en 7 pacientes; el sangrado fue por várices esofágicas en 16 pacientes y siete pacientes de la unión esófago-gástrica. El tamaño de las várices esofágicas fue F2 en 17 y F3 en seis pacientes. Las complicaciones postprocedimiento fueron: peritonitis bacteriana espontánea en tres pacientes y encefalopatía hepática en uno. Ningún paciente con el signo de la bola blanca resangró durante el seguimiento. Conclusiones: La aparición del signo de la bola blanca tiene una alta correlación con la eficacia de la hemostasia en forma inmediata y durante los primeros siete días.
Palabras clave: Signo de la bola blanca sangrado variceal activo ligadura.
2003-03-11 | 1,450 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 4 Núm.14. Enero-Marzo 2002 Pags. 7-11. Med Univer 2002; 4(14)