Autor: Zambrano González Mario
Es Innegable que el ejercicio de la medicina se hace cada día más complejo. Se habla ad nauseam del acelerado desarrollo de los conocimientos que hacen imposible mantener el ritmo, aún en segmentos específicos y limitados de la actividad médica. Los nuevos métodos diagnósticos producto del avance tecnológico; los nuevos fármacos de mayores y mejores alcances en la terapéutica; las nuevas entidades nosológicas; la investigación científica multicéntrica que genera protocolos de estudio y tratamiento en cada enfermedad; todo es una avalancha de información y metodologías que obliga a la sistematización. Pero la complejidad ahora también nos aborda por otro par de flancos, ambos ajenos a la medicina: el marco legal y el financiero. La burocracia. Por el flanco financiero, ya tiene años que el fisco ejerce un control sobre los ingresos por medio de los recibos y auditorías en los hospitales. A ello ya estamos acostumbrados, pero en los últimos años los requisitos burocráticos se han complicado al grado de ser imprescindible a fin de cuentas contar con un contador que lleve la contabilidad, para ser en el lenguaje tan redundante como en los números y papeles que se nos requieren. Cada reforma implica mayor abigarramiento y ahora la novedad es que, a más del sueldo de un contador, hay que contratar una empresa que haga las facturas electrónicas como un agregado a lo ya antes enredado. El otro flanco, el legal también ya había generado barruntos de insidia con la solicitud de firmas que a paciente, familiares y allegados testigos se deben solicitar para el consentimiento de hospitalización y cualquier procedimiento que “implique riesgo”, donde quiera que ese límite con lo “no riesgoso” se encuentre. La novedad la impone ahora el IFAI, por que, ¡sorpresa!, los médicos manejamos datos personales sensibles, y por ello deben firmar una carta de aviso de privacidad antes de la primera consulta. El paciente, para una consulta por un resfriado, ahora tiene que hacer antesala llenando formas que parecen más amenazadoras que tranquilizantes. En la medicina institucional no se en que momento pueda llevarse a cabo esta labor burocrática dado el agobio de trabajo que habitualmente manejan. Se entiende la necesidad de todo esto en un contrato social cada vez más elaborado, pero me parece que esta sistematización está llegando al extremo de hacerse totalmente disfuncional. Posiblemente sean añoranzas de una medicina con el honor implícito en el ejercicio y explícito en el juramento Hipocrático. Todos estos papeles firmados, se amparan en el secreto profesional y la dedicación que al paciente debe el médico que desde siempre han estado incorporados a la profesión. Dr. Mario Zambrano González Profesor de Técnica Quirúrgica y Coloproctología de la Esc. de Medicina “Dr. José Sierra Flores“ UNE.
2014-07-01 | 314 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 27 Núm.2. Julio-Diciembre 2013 Pags. 47 Rev. Esc. Med. Dr. J. Sierra 2013; 27(2)