Fragmento

INTRODUCCIÓN
El ser humano es por su naturaleza muy desvalido al nacer durante bastante tiempo, viéndose en la necesidad de pedir que se cubran sus necesidades de: alimento, aseo, abrigo, cambio de posición, caricias, compañía, etc.; de acuerdo a esto, no es sorprendente el que un niño pueda, deba o se espere que llore 2 horas al día a las 2 semanas de vida, 3 horas a las seis semanas, 1 hora a los 3 meses y posteriormente llore durante más tiempo. La intensidad o fuerza con la que el niño llore, depende de su vigor y temperamento, pero también del de la persona que la perciba; así pues, puede ser percibido desde con grado hasta con fastidio y angustia, según la sensibilidad y los conocimientos que tenga al respecto quien lo recibe.

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2003-03-12   |   1,384 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 7 Núm.14. Enero-Diciembre 1999 Pags. 61-67 Rev Mex Enfer Cardiol 1999; 7(1-4)