Autor: Peñaranda Parada Édgar
En la praxis médica diaria, tanto intrahospitalaria como aquella realizada en el consultorio, el clínico formado en nuestras escuelas netamente biologicistas de los siglos XX y XXI está convencido de que no existe individuo en la sociedad que esté “sano” y que no requiera su ayuda para salvarlo del peligro de vivir. El médico se ha convertido en la punta de lanza, en el adalid contra la enfermedad, olvidando que la categorización y límites de la nosología provienen de un arreglo mental con fines pedagógicos e investigativos, y no constituyen una realidad externa con vida propia. Asimismo, el clínico busca afanosamente clasificar, aplicar escalas, calcular puntajes, insertar epónimos, multiplicar el diagnóstico diferencial, agotar todas las ayudas paraclínicas existentes, porque su formación y la sociedad le exigen, casi que le obligan a medicalizar, a traducir toda la historia de vida de un individuo en lenguaje técnico y a escribirla no ya en una biografía, sino en la historia clínica.
2014-09-17 | 644 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 21 Núm.3. Julio-Septiembre 2014 Pags. 113-114 Rev. Colomb. Reumatol. 2014; 21(3)