La medicina paliativa y los cuidados al final de la vida

Autor: Matus Ruíz María Guadalupe

Fragmento

Desde que inicié mi formación como médico, y después durante mi práctica profesional, he visto morir a muchas personas. Algunas acompañadas, en sus casas o en el hospital, otras en completa soledad, salvo por mi persona parada a su lado, tratando de penetrar el misterio. A menudo me parecía ver que el dolor iba adueñándose de esos cuerpos como una especie de demonio que se divierte clavando sus uñas antes de soltar al alma dolorida y exhausta. Siempre me imaginaba que yo podía ser esa persona, que esa podría ser mi muerte. Mi desazón fue creciendo al ver que en los hospitales nadie se detenía a acompañar al moribundo, a calmarlo, a aliviarlo, a reconfortarlo, pero en la casa de los pacientes la historia no era tan diferente, las personas mueren y nadie, a veces ni su fe o religión, parecen poder ofrecer consuelo, quitar el dolor, la sed, la incomodidad, el sufrimiento. Ya lo dice Norbert Elías en su maravilloso libro La soledad de los moribundos (1987): “En la actualidad, las personas vinculadas a pacientes al final de la vida se ven muchas veces imposibilitadas de ofrecerles apoyo y consuelo. Les resulta difícil tomarles la mano o acariciarlos a fin de hacerles sentir cobijo y que siguen perteneciendo al mundo de los vivos. Nuestra civilización les ata manos y lengua.” Nadie nos enseña a proveer cuidados al final de la vida, aunque parezca algo natural y tengamos altos valores como la beneficencia, la empatía y la solidaridad, tenemos escasos conocimientos de cómo cuidar y brindar mejores condiciones de vida para los que amamos. Y no solo a las personas vinculadas de manera fraterna sino también, y tal vez más, a los médicos que atienden a estos pacientes. Para quienes fuimos formados con el modelo curativo de la medicina vivimos todo lo que se aleja del acto de curar como futil, repulsivo, temido o deshonroso. Tal vez porque para todos, la muerte de otros expone nuestra propia vulnerabilidad, nuestra finitud. ¿No es absurdo que nos pasemos la vida adquiriendo un montón de conocimientos pero que no aprendamos sobre la muerte y el morir cuando son parte fundamental del sentido mismo de la vida?

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2014-10-06   |   474 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 2 Núm.2. Abril-Junio 2014 Pags. 69-70 Avan Cien. Sal Med 2014; 2(2)