Referencias editorial Chikungunya, una emergencia.

Entre la retórica y la realidad epidemiológica 

Autor: López Gatell Hugo

Fragmento

En noviembre 2014, el Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades (CENAPRECE) de la Secretaría de Salud declaró una emergencia epidemiológica en Chiapas con motivo de haber confirmado un caso – se presume como el primero – de fiebre Chikungunya por transmisión doméstica. Este caso ocurrió en un brote que desde su inicio afectaba varios municipios de la costa chiapaneca, desde la frontera con Guatemala hasta Oaxaca. En la declaratoria de emergencia se convocaba a todas las dependencias de los tres órdenes de gobierno a “fortalecer” y ayudar a “intensificar” las acciones de prevención y control de enfermedades transmitidas por vector. Si se asume que los sistemas nacionales de prevención y control de enfermedades transmitidas por vector funcionan bien y sólo requieren fortalecer su actividad rutinaria, estaríamos tranquilos y esperanzados de que esta enfermedad será controlada en el corto plazo. Sin embargo, un análisis crítico de la epidemiología de otras enfermedades transmitidas por vector, en particular del dengue, en los últimos cinco lustros permite pronosticar que Chikungunya se incorporará al repertorio de las enfermedades infecciosas endémicas de nuestro país y es muy probable que perdure por varios años. En diciembre 2013 se detectó la introducción de Chikungunya en el Caribe y, desde entonces, su expansión en el continente americano ha sido inexorable. Chikungunya es un arbovirus del género alfavirus que infecta diversas especies animales y se transmite con eficiencia entre estos y entre los humanos por mosquitos del género Aedes, que son los mismos vectores del virus del dengue. México tiene las condiciones necesarias y suficientes para la propagación y persistencia de dengue y Chikungunya. Su clima templado e intensa precipitación pluvial, propios de su ubicación tropical, son propicios para criar los mosquitos vectores. La regulación inefectiva de residuos sólidos y la insuficiencia de los servicios municipales de saneamiento permite la acumulación de depósitos involuntarios de agua que de manera rápida se convierten en criaderos de mosquitos y estimulan los grandes brotes que han ocurrido, sin excepción, en los últimos 15 años. Amplias brechas en la calidad de la atención médica favorecen la progresión de casos a formas graves e interfieren la notificación al sistema de vigilancia epidemiológica. Una complicada reglamentación administrativa y planeación ineficiente retrasan la asignación de fondos para las intervenciones de control de vectores.

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2015-01-22   |   946 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 34 Núm.4. Octubre-Diciembre 2014 Pags. 125 Enf Inf Microbiol 2014; 34(4)