Trauma la enfermedad del milenio

Autor: Ottolino Lavarte Pablo

Fragmento

El trauma representa un verdadero problema de salud pública a nivel mundial, su impacto en los aspectos biológico, psicológicos y sociales son, si no importantes, algunas veces devastadores. A nivel mundial el trauma es la tercera causa de muerte y en muchos de nuestros países la primera del grupo etario comprendido entre cinco y 45 años, aspecto epidemiológico que ha permanecido inalterable en los últimos 10 años... Es así como inician la mayoría de los textos, publicaciones y editoriales que hablan de trauma, pero la pregunta es ¿Que estamos haciendo para combatir lo que muchos autores han llamado “la enfermedad del nuevo milenio”? Muchas son las formas de combatirla. El primer paso es reconocerla como tal, ya que si la entendemos como una verdadera enfermedad, es posible evitarla, diagnosticarla a tiempo, tratarla en forma adecuada, mejorar sustancialmente la sobrevida y finalmente disminuir las lesiones con sus efectos colaterales de carácter múltiple. En pocas palabras, hacer de esta enfermedad una entidad controlable, luego entonces, ¿cuál es la “vacuna” para este flagelo? La primera y sin duda la más importante es la EDUCACIÓN, existen muchos programas de educación en Trauma a nivel mundial, especialmente referentes al manejo inicial, el primero de ellos y de reconocimiento mundial es el Advanced Trauma Life Support (ATLS) del Colegio Americano de Cirujanos, sin embargo existen limitantes que hacen difícil su aplicación a nivel universal. Así como él, otros cursos de sociedades reconocidas como “Primary Trauma Care (PTC) iniciado en 1996 gracias al Dr. Douglas A. Wilkinson, anestesiólogo e intensivista de la Universidad de Oxford, quien presentó un proyecto a la Organización Mundial de la Salud (OMS) con la pretensión de disminuir la incidencia del trauma, es decir, no sólo tratar sus complicaciones sino prevenir y educar a todas las personas relacionadas con el trauma. Y Latinoamérica ¿qué? con unas lamentables tasas de eventos traumáticos que superan con creces las de cualquier ciudad anglosajona, albergando, dentro de varios de nuestros países, la nada envidiable etiqueta de “ciudades más violentas del mundo”, nos hemos convertido forzadamente en cirujanos de trauma altamente capacitados y experimentados, no sólo en el tratamiento de esta enfermedad sino en los sistemas de educación necesarios para hacer frente a esta cruda realidad. Un ejemplo de ello lo representa el Curso Manejo Integral del Politraumaatizado (MIP); originado en Venezuela hace más de siete años, se ha considerado como la principal estrategia educacional en trauma de ese país, con más de 1,700 alumnos ya capacitados con un promedio de 10 cursos al año, no sólo en Venezuela, siendo México el segundo país donde se ha dictado, presenta un esquema educativo propio y múltiples estrategias de aprendizaje, garantizando al estudiante “un cambio de actitud frente al trauma”, rompiendo las principales barreras que se interponen entre el médico y el paciente politraumatizado. Su misión es clara; “Mejorar la capacitación de todas las personas que atenderán a las víctimas de trauma, siguiendo pautas para la atención óptima y de alto nivel a pesar de nuestras limitaciones. Quienes integramos el curso, pretendemos capacitar al personal de urgencias en la atención integral del politraumatizado en un contexto y una realidad específica. La realidad de los países latinoamericanos, dista del resto de los países llamados primer mundo. Podemos tener el mismo trauma pero en un contexto totalmente distinto y allí está la riqueza de nuestro curso; demostrar lo capaces que somos para el manejo de estos pacientes con la limitación de los recursos disponibles. “No es un orgullo tener tanta experiencia en Trauma, cuando dicha experiencia es la expresión de una gran descomposición social de nuestros pueblos”. Sin embargo, debemos estar preparados. El paciente que arriba a una emergencia víctima del trauma no ha elegido a los médicos que atenderán su enfermedad súbita y aguda, por el contrario, nosotros si hemos elegido a pacientes como ellos, por lo tanto tienen el derecho de ser adecuadamente atendidos y nosotros el deber de hacerlo.

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2015-11-18   |   904 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 5 Núm.2. Mayo-Agosto 2015 Pags. 60 Rev Trau Amer Lat 2015; 5(2)