Autor: Fonseca Gabriel M
Hace un par de años, él en ese momento presidente del Instituto Europeo de Valoración y Peritación del Daño Bucodental, mi entrañable amigo el Dr. Sergio Belmonte (1968-2014), afirmaba en una de sus últimas entrevistas que, entre los diferentes conflictos a los cuales puede verse expuesto el odontólogo, los más frecuentes son los casos civiles “...que contemplan reclamaciones de cantidades económicas por supuesta mala praxis o fallo en lex artis, es decir, si se aprecia que la tarea ejecutada por un profesional es o no correcta o se ajusta o no a lo que debe hacerse”. La lex artis representa filosófica y prácticamente “...el desarrollo de una práctica médica con competencia profesional, de la aplicación de los conocimientos médicos vigentes, las habilidades requeridas para la realización de los procedimientos que se requieren y una actitud asertiva”. Ahora bien, el concebir a su némesis la mala praxis desde el “error”, puede inducir a una serie de confusiones y a una percepción sólo con enfoque punitivo; la búsqueda de culpables “ha sido la mejor aliada del oscurantismo y el mayor freno para el avance científico y la mejora de la calidad”. Es que el profesional, ante la sola idea de caer desde su autoproclamado “entronamiento” por incurrir en el “imperdonable error”, sufre no sólo de angustia e incertidumbre, sino además del potencial juicio y “linchamiento” de colegas y de la misma sociedad a la que pertenece. Los profesionales de la salud no están dispuestos a aceptar el equívoco generando una fuerte sensación de infalibilidad donde los errores son un defecto creando una fuerte presión para ocultarlos más que admitirlos.
2017-10-02 | 178 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 17 Núm.55. Septiembre-Diciembre 2016 Pags. 1389-1390 Oral 2016; 17(55)