El acné: ¿sólo un problema cosmético?

Autor: Ríos Yuil José Manuel

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El acné afecta al 85% de las personas entre los 12 y 25 años, colocándose dentro de las tres enfermedades más frecuentes de la piel. A pesar de que el acné suele resolver en la mayoría de los pacientes entre los 23 y 25 años de edad, puede persistir por más tiempo, afectando al 1% de los hombres y al 5% de las mujeres de 40 años. ¿Quién no ha escuchado a un padre o una madre decirle a sus hijos que el acné es algo normal, que forma parte de la adolescencia y que siempre se cura por sí solo con el tiempo sin necesidad de ningún tratamiento médico? La realidad no puede ser más distinta. El acné puede llegar a ser severo, causando importantes incomodidades al paciente. Por ejemplo, el acné conglobata se caracteriza por la aparición de múltiples lesiones nódulo-quísticas que pueden ser dolorosas y dejar cicatrices permanentes con potencial desfigurante. Además, el efecto sobre la calidad de vida de los pacientes también es muy marcado. Dicho efecto es similar al encontrado en pacientes con enfermedades crónicas como asma, epilepsia, diabetes o artritis. De hecho, el acné se ha asociado en algunos pacientes, a depresión, aislamiento social e ideación suicida. Por otro lado, es importante señalar que el acné también puede presentarse como un cuadro inflamatorio severo asociado a complicaciones sistémicas. El acné fulminans es una forma de acné en la cual la inflamación es muy severa y se inicia abruptamente con debilidad, malestar general, fiebre, poliartralgias, necrosis de las lesiones cutáneas y alteraciones de laboratorio como el incremento de la velocidad de sedimentación eritrocitaria y de la proteína C reactiva. Los dolores articulares pueden ser severos, provocando que el paciente camine inclinado hacia adelante debido al dolor que siente en las caderas y rodillas. El cuadro también ha sido asociado a osteolisis aséptica, esplenomegalia dolorosa y eritema nodoso. Además, el acné puede ser considerado una enfermedad sistémica, debido a que forma parte de varios de los denominados síndromes autoinflamatorios. Los síndromes autoinflamatorios son condiciones genéticas en las que una mutación en los genes de alguno de los componentes de la cascada de la inflamación, produce la activación sostenida de la misma sin que exista un estímulo exógeno (microorganismos o toxinas). Esto tiene como consecuencia que el paciente esté permanentemente inflamado. Uno de estos síndromes, el denominado síndrome PAPA, se caracteriza por la activación sostenida del inflamasoma de la NRLP3, lo que provoca el desarrollo de artritis piogénica, pioderma gangrenoso y acné. El PASH presenta pioderma gangrenoso, acné e hidrosadenitis supurativa; mientras que el PAPASH se caracteriza por pioderma gangrenoso, acné, psoriasis, artritis e hidrosadenitis supurativa. El PASS incluye pioderma gangrenoso, acné conglobata, hidrosadenitis supurativa y espondiloartritis axial; mientras que el SAPHO se asocia a sinovitis, acné, pustulosis, hiperostosis y osteítis. Ha quedado demostrado que el acné puede formar parte de síndromes inflamatorios sistémicos con el potencial de producir complicaciones médicas serias y que, aún en los casos en los que no forma parte de estos síndromes, puede llegar a ser lo suficientemente severo como para afectar la calidad de vida y producir secuelas permanentes al paciente. Es por esto que, como profesionales de la salud, debemos educar a los pacientes y a sus padres, para que acudan tempranamente al dermatólogo con el fin de que este haga los estudios pertinentes para descartar asociaciones sistémicas y, a su vez, inicie un tratamiento temprano que le permita al paciente tener una calidad de vida normal y que reduzca al mínimo las secuelas. Queda claro entonces que el acné es mucho más que un problema cosmético. Dr. José Manuel Ríos Yuil, MD, MSc, PhD. Director / Editor Revista Médica de la Caja de Seguro Social

Palabras clave: Acné: conglobata; síndromes autoinflamatorios

2018-04-15   |   1,472 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 39 Núm.3. Enero-Diciembre 2017 Pags. 4-5 Rev Med Caja Seg Soc Pan 2017; 39(1-3)