La pulsión natural por investigar bien puede haber guiado a Snow (un anestesiólogo inglés) a buscar una explicación para la epidemia de cólera del Londres de 1864. Por lo menos una distinta a la que entonces estaba en boga: que la enfermedad era transmitida por un “miasma en el aire”. Con rigor -y modestia- el Doctor Snow concluyó que no había un efluvio maligno detrás de la enfermedad al identificar un pozo contaminado como la fuente del contagio. Esto lo planteo a colación de un colega que decía que “se ha puesto de moda” emplear cierta técnica diagnóstica ampliamente validada por la literatura.
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2018-07-19 | 561 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 6 Núm.1. Enero-Diciembre 2015 Pags. 5-6 Rev. Méd. Cient. Luz Vida 2015; 6(1)