Autor: Guerrero del Ángel Fermín
Se sabe que el coronavirus SARS-CoV-2, responsable de la pandemia por COVID-19, puede ingresar en nuestro organismo a través de las mucosas oral, nasal u ocular. El contagio es posible mediante contacto directo (mano contaminada que llevamos a la mucosa de la boca, nariz u ojos) o por vía respiratoria (gotículas o aerosoles que ingresan directamente desde una persona infectada). Está ampliamente documentada la relación entre la presencia de patologías previas y la evolución pronóstica de la COVID-19, en caso de contraerse. Una pobre salud oral incrementa el riesgo de enfermedades sistémicas, pudiendo originar complicaciones cardiacas, pulmonares, problemas en el embarazo o empeorar una diabetes, todas ellas asociadas con un peor pronóstico y evolución de la COVID-19. A esta conexión boca-COVID, que se puede denominar “indirecta”, se han venido a sumar en estos últimos meses, varios estudios que apuntan a una posible asociación directa.1
La edad es uno de los factores de riesgo más importantes para desarrollar síntomas severos de COVID-19.1 Por lo tanto, las personas mayores de 65 años y las que viven institucionalizadas, son especialmente vulnerables a la morbilidad y la mortalidad debido a la infección por el SARS-CoV-2.
Asimismo, las personas con enfermedad pulmonar crónica, asma moderada a grave, obesidad grave, diabetes, enfermedad renal crónica y enfermedad hepática, también tienen un alto riesgo de presentar síntomas graves de COVID-19.2
2024-12-10 | 10 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 25 Núm.79. Septiembre-Diciembre 2024 Pags. 2381-2382 Oral 2024; 25(79)