Autor: Montoya de Bayona Luz Stella
La dermatologÃa, al contrario de lo que se asume cotidianamente, va más allá de la piel. De manera tradicional se le considera como la parte de la medicina que se encarga de prevenir, diagnosticar, tratar y rehabilitar las enfermedades de ésta y sus anexos. Lo paradójico es que ya en 1943 Peyrà y Castells 1 señalaban que la piel era un inmenso órgano, de hecho cinco veces más grande que el más grande de todas las estructuras del cuerpo (el hÃgado), y que más allá de cumplir funciones de barrera cobertora tiene un vital papel nutricional, endocrino, inmunológico y neurosensorial, muy similar a como se le considera hoy en dÃa.2 El impacto que tiene sobre los seres humanos la enfermedad de piel es fácilmente comprensible si sabemos que este envoltorio nos contiene, adentro no sólo están nuestros órganos sino todo el ser, con la vida emocional incluida. Asà que la piel es pieza fundamental del engranaje que llamanos autoestima; ella puede reflejar lo que somos pero también tiene que ver de manera directa con el concepto que tenemos de nosotros mismos, con la manera en que creemos que los demás nos perciben y con las implicaciones que finalmente se dan en este complejo proceso de relaciones inter e intrapersonales.3
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2003-06-27 | 825 visitas | Evalua este artÃculo 0 valoraciones
Vol. 5 Núm.14. Agosto 2002 Pags. 65-66 MedUNAB 2002; 5(14)