Autor: Ramos de Viesca María Blanca
La condición social y las costumbres de la mujer mexicana del Siglo XIX, provocaban que ciertos padecimientos en los que se veía involucrada la moral y la intimidad fueran sólo estudiados en los estadios avanzados; este es el caso de la sífilis y el alcoholismo. Durante ese siglo fue patente la difusión de conductas ejemplares y normas de vida que rechazan los excesos. La mujer era el reflejo de la educación impartida en el hogar o en sitios especializados, como el Colegio de las Vizcaínas. Se pensaba que la mujer tenía una naturaleza frágil y sensible que la hacía propensa a emociones y a sentimientos nobles. Se tenía la convicción de que ciertos padecimientos eran producto del mal funcionamiento de su útero, de su deseo sexual y de su idiosincrasia; así se catalogaron la histeria y la clorosis como enfermedades de la mujer. Cuando a principios del siglo XIX, Esquirol describió el delirio de los bebedores, nació una nueva entidad que se llamó alcoholismo. Rápidamente surgieron estadísticas a nivel mundial y nacional de los individuos afectados por el alcoholismo. Las profesiones de riesgo relacionadas con el consumo de alcohol eran las de minero, licorista, vinatero y cochero. En la clase obrera, como política, se les invitaba a beber por la mañana. Los protocolos notariales de la época muestran que las mujeres ejercían también este tipo de trabajo. El alcoholismo era más frecuente en las mujeres de clase media, contrariadas y sujetas a un continuo sufrimiento por reyertas matrimoniales. Se decía que las mujeres se emborrachaban más fácilmente. Las manifestaciones de alcoholismo crónico en las mujeres están documentadas en el periodo hiperestésico. Aquí se incluía la histeria alcohólica, la epilepsia alcohólica, el delirium tremens, la lipemanía y la dipsomanía. Como resultado final, en este periodo se podía observar la pérdida de las facultades mentales y afectivas. En la epilepsia alcohólica, las convulsiones eran de una sensibilidad más exquisita que en el hombre. La histeria alcohólica demostraba la relación que había entre los nervios del útero y los del cerebelo. En las mujeres con delirium tremens, en las que había una pasión dominante, como los celos, los expresaban en cada acceso delirante. La dipsomanía se presentaba en las mujeres menopaúsicas. Es evidente que la represión social las obligaba a emborracharse en forma oculta. Cuando el alcoholismo se convertía en un problema psiquiátrico se le reducía a sus formas histérica y epiléptica, que finalmente son las expresiones femeninas de la patología mental de la época.
Palabras clave: Alcoholismo mujeres historia manifestaciones clínicas.
2003-07-18 | 2,659 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 24 Núm.3. Junio 2001 Pags. 24-28. Salud Ment 2001; 24(3)