Galeno ayer y hoy

Autor: Zamudio Villanueva Leonardo

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Galeno parece muy lejano a nosotros y sin embargo está aquí, hoy, presente en muchos aspectos. Como ha señalado Laín Estralgo todos los que ejercemos la medicina llevamos genéricamente el nombre de "galenos" en los países hispanohablantes. Nos separan 1,800 años de él y sin embargo el estudio de su vida puede aportar elementos útiles para los que ejercemos la profesión. Nació en Pérgamo y tuvo mala salud en su infancia. Su padre, arquitecto, tuvo gran influencia en su vida y posiblemente su salud precaria, en los primeros años, haya obedecido al hecho que, como el mismo relató, su madre increpaba a su padre de quien él siempre se sintió cercano, y golpeaba a los criados; aunque, para justificar esto, escribió que lo mismo hacía Jantipa, esposa de Sócrates. Vivió en varias ciudades: además de Pérgamo, deben citarse Esmirna, Corinto, Alejandría y Roma. Fue un médico práctico que no renunció a la reflexión y al ejercicio de la inteligencia y recomendó que el filósofo debía empezar estudiando medicina por lo que ésta puede dar a la mente y que el médico debería terminar estudiando filosofía. Durante su estancia en Roma se inscribió en los cursos de Eudemo, filósofo reconocido en aquella época y, como Galeno era arrogante y se había hecho de enemigos, su preceptor le recomendó que tuviera cuidado con los venenos ya que estaban en boga en aquella época. Admiraba a sus maestros y en algunas cosas se inspiró en Hipócrates de quien dijo: "Enseñó mucho con pocas palabras". Supo además aunar el respeto y la ya mencionada admiración por sus maestros con la crítica y rectificación. Condenó el sectarismo que encontró en Alejandría y trató con Massimo y Numisiano quienes hicieron descubrimientos en Anatomía lo que no se había logrado desde el tiempo de Herófilo. En esta materia admiró mucho a Pélope pero lo criticó por no haber publicado. En su libro de indicaciones terapéuticas señaló que "hay que saber lo que conviene hacer en cada caso en particular". De su padre aprendió Geometría y la aplicó para su teoría de la visión, si bien la inspiración le vino, según él, de Esculapio durante un sueño. Asistía con frecuencia al templo dedicado al mismo en Pérgamo y fue gran defensor de la tradición médica griega hasta llegar al chauvinismo. Demostró que la voz venía del cerebro y no del corazón, mediante disecciones del nervio recurrente y durante su estancia en Esmirna fue médico de gladiadores y encontró que no todas las heridas se infectaban (lo que casualmente observó Paré muchos siglos después). Escribió que lo ideal sería conocer a los enfermos cuando están sanos y que la palabra es el recurso del diagnóstico y que para el mismo hay que observar y razonar. El razonamiento va más allá de los datos proporcionados por el enfermo. Se opuso a los discípulos de Esculapio para quienes la experiencia no contaba y señaló que ésta debe formar un binomio con el razonamiento; afirmó asimismo que las manos eran un instrumento de la razón y el punto de partida más importante de la percepción sensorial. Criticó el afán de lucro de algunos médicos e introdujo en el relato clínico (historia) recursos de estilo y retórica. Siglos después vino un galenismo erróneo que sólo practicaba la toma del pulso y mirar la orina al trasluz. Como se ve por lo anterior, estableció muchos caminos para el buen ejercicio de la medicina, algunos de ellos olvidados hoy en día que deberían recuperarse para bien de la profesión.

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2003-08-28   |   1,884 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 46 Núm.5. Septiembre-Octubre 2003 Pags. 209. Rev Fac Med UNAM 2003; 46(5)