Autor: Ortiz de Zárate Julio C
¡Leche, chaleco y charuyi! Repetido con tono grave, la condena resultaba más solemne. Era la sanción más severa que podía asignarse a un internado. La terapéutica o la persuasión se transformaba en castigo. No sé si las cosas antes de ese mediado del siglo eran mejores o peores. Seguramente eran equivalentes, porque los manicomios siguieron durante mucho tiempo una tradición feudal y lombrosiana que databa del siglo XIX o quizás aún antes. Feudal por el aislamiento y la omnipotencia de los poderosos –los médicos, enfermeros, etc.– y lam-brosiana por la clara asignación de la condición de degenerados a una buena parte de los pacientes; no sólo a los epilépticos, que eran mis súbditos.
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2003-09-04 | 732 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 25 Núm.2. Abril-Junio 2000 Pags. 100-104 Rev Neurol Arg 2000; 25(2)