Autor: Quintanilla Osorio Jesús
La justificación histórica de la investigación en seres humanos, ha sido siempre la búsqueda de nuevos horizontes para la ciencia. La Alemania hitleriana utilizaba seres humanos como conejillos de laboratorio, bajo el pretexto de la raza o la religión, y se cometieron aberraciones contranatura buscando descubrir a la raza perfecta. Ahora, la clonación, que supone la manipulación genética de células madre y la inserción del huevo fecundado en un organismo distinto, requirió de miles de intentos para traer al mundo a la famosa Dolly, uno de los hitos de la tecnología biocientífica del siglo XX. Trasladar esta experiencia a la creación de seres humanos supone la violación más abierta a las leyes naturales, porque aunque se logre una copia idéntica de un organismo humano, es evidente que se está penetrando en los linderos de la vida, y ninguna justificación bioética puede avalar esta intrusión a un campo que nos está vedado por el propio bien de la humanidad. La crasa posibilidad de la utilización de esta tecnología para fines distintos a los puramente biológicos, conlleva el riesgo de "fabricar" seres por catálogo, una idea que se antojaba extraída de la ciencia-fícción hasta los anuncios de científicos europeos trabajando en el primer clon humano. El temor de el surgimiento de monstruosas criaturas perfectas que pueden desplazar a los meramente humanos, es una espantosa posibilidad, donde el ser humano, debería competir con humanos sintéticos.
Palabras clave: .
2003-09-05 | 763 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 13 Núm.4. Octubre-Diciembre 2002 Pags. 293-294. Rev Biomed 2002; 13(4)