Autor: Famulari Arturo L
Como un «efecto secundario» del progreso y del desarrollo, una explosión de patologías han comenzado a constituirse en un nuevo desafío para la Medicina actual, especialmente en aquellas áreas de la civilización que mayor acceso han tenido al bienestar. Los síndromes demenciales constituyen un buen ejemplo de ellas; sus niveles crecientes de prevalencia, sobretodo en la franja etaria a partir de los 65 años, han comenzado a preocupar cada vez más a los organismos estatales encargados de formular los presupuestos sanitarios en los países con alto grado de desarrollo; el enorme impulso que en los últimos años han venido tomando las investigaciones clínicas y básicas en torno de estos cuadros, no es ajeno a esta circunstancia. El objetivo que se persigue con ellas es doble: por un lado, la incursión en la intimidad de los mecanismos fisiopatológicos que subyacen a la mayoría de todas estas patologías para una mejor comprensión de las mismas; por el otro, la búsqueda de marcadores de naturaleza biológica de posible aplicación clínica para una confirmación diagnóstica que hasta el momento sólo es posible en estudios post-mortem. Aún cuando ninguno de ambos se encuentre definitivamente logrado, es evidente que la incesante irrupción de nuevos conocimientos, marca un antes y un después en la historia de los síndromes demenciales: un antes, donde todo individuo mayor de 65-70 años, que presentaba un deterioro de sus funciones intelectuales podía tener, -alternativamente y según las modas- o una Demencia Senil, o una Demencia Arteroesclerótica.
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2003-09-05 | 1,873 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 24 Núm.4. Diciembre 1999 Pags. 08-20 Rev Neurol Arg 1999; 24(Supl 1)