Autores: Correale J, Cáceres F, Carrá Adriana, Cristiano Edgardo, Fernández Liguori N, Garcea O, Gold L, et al
Introducción La Esclerosis Múltiple (EM), cuyas primeras descripciones se remontan hacia la Edad Media y es descripta clínicamente como tal durante el siglo pasado, ha sido una de las enfermedades neurológicas de más difícil diagnóstico, debido en gran parte, a la variabilidad de su presentación clínica y a su impredecible evolución. El conocimiento del neurólogo, su sensatez, cuidado y profundidad en la historia clínica y un exhaustivo examen neurológico han sido esenciales. Contando con la información de los potenciales evocados, estudios radiológicos indicados para el diagnóstico diferencial y el estudio inmunológico del líquido cefalorraquídeo, se desarrollaron varios grupos de criterios diagnósticos que fueron utilizados con relativo grado de precisión y eficacia. El desafío permanente de este ejercicio clínico, ha sido impactado en forma dramática durante la última década por algunos hechos: 1. En el diagnóstico, la introducción de la Resonancia Magnética que abrió un nuevo capítulo en el conocimiento de esta enfermedad, la actividad de las lesiones, el grado de carga lesional de cada paciente y el pronóstico. 2. La identificación de la EM como una enfermedad autoinmune, la susceptibilidad genética a padecerla y la confirmación recurrente de su diferente prevalencia en varias áreas geográficas. 3. El desarrollo de tratamientos dirigidos a modificar el proceso patogénico de esta enfermedad. Este hecho en particular, ha sido potenciado por un mejor conocimiento de la patogenia de la EM, así como por la posibilidad de monitorear el avance de la enfermedad, y el perfeccionamiento en el diseño de los ensayos clínicos. Esto ha generado una serie de nuevas alternativas terapéuticas, que si bien no logran «curar» la enfermedad, son eficaces en controlar su evolución, disminuyendo la severidad y frecuencia de las recaídas y en algunos casos modificando el curso evolutivo de formas progresivas.
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2003-09-05 | 1,055 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 24 Núm.2. Abril-Junio 1999 Pags. 67-86 Rev Neurol Arg 1999; 24(2)