Fragmento

Quienes tuvimos la suerte de participar en las actividades de nuestra sociedad desde sus comienzos, cuando se llamaba S.N. de Buenos Aires, siempre sentimos que el encuentro anual con colegas y amigos de tantos años y procedentes de lugares tan lejanos, es una ocasión para disfrutar y festejar. Han ido pasando los años, y fue aumentando el número de asistentes a cada congreso. Algunos cuidadosamente programados fueron muy atractivos, sea por algunos temas actuales y polémicos, por la visita de prestigiosos extranjeros, otras por el lugar de fácil acceso y conocidas comodidades, o por el tinte folclórico que alguna gente le diera a esa reunión. Pero la celeridad de los cambios propios de estas épocas, complica las cosas. El número de asistentes suele rebasar las posibilidades de salones de reunión comunes. Es necesario disponer de un salón muy grande para sesiones plenarias, otros menores para sesiones simultáneas. Espacios para la presentación de posters y para la ubicación de locales para la industria farmacéutica, sin cuya intervención lamentablemente ya no parece posible que se realice un congreso. La disponibilidad de plazas de hotel es limitada en la mayoría de las ciudades del interior, salvo algunas de ubicación estratégica, que son nudos de conexión de vías aéreas o en la vecindad de centros turísticos.

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2003-09-05   |   650 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 24 Núm.2. Abril-Junio 1999 Pags. 101 Rev Neurol Arg 1999; 24(2)