El azar y la necesidad en biología

Autor: Quijano Narezo Manuel

Fragmento

Sigamos con la etología del número de enero. Al hombre primitivo le perecería obvio que un huevo de pollo se transformara siempre en pollo y uno de rana en rana pero, si era dado a reflexionar, llamaría misteriosa, la regularidad de los procesos naturales del cielo y la tierra. Copérnico, Kepler y Newton analizaron la armonía de las esferas y fueron capaces de predecir los movimientos. En el siglo XIX, Mendel –sin saber nada de cromosomas–, estableció las leyes de la herencia aplicables a todas las criaturas celulares, desde las algas hasta el roble o el hombre, y Darwin aclaró el origen de las especies. El evolucionismo darwiniano es todavía atacado por las vitalistas o por los practicantes de algunas sectas religiosas, pero se trata de una teoría tan firmemente establecida como la atómica, que poco profanos se atreverían a poner en cuestión. La discusión entre finalistas y deterministas, que creíamos terminada hacía medio siglo se reanimó hace tiempo al reconocer el fenómeno de la filogénesis en la evolución (el paso progresivo de rasgos de una especie a otra) pues los vitalistas afirmaron que el proceso creativo es único y que, obviamente, tenía una finalidad al irse mejorando las especies. Decían que había “una solicitación” del futuro y que todas las manifestaciones de la vida eran “comandadas” por el fin al cual tendían. Los adversarios, por el contrario, creemos que se trata de un impulso que viene de atrás, que las mutaciones –producto del azar– pueden sobrevivir o no permitir una mejor adaptación o desaparecer con todo y la nueva especie. No puede admitirse la existencia de una fuerza –o un valor– supremo, de un “elan” o entelequia que dirige la evolución; la fuerza viene de atrás, el dinamismo es parte integrante de todo el fenómeno y por ello hay detenciones, fracasos o retrocesos. El universo no tiene intenciones: la naturaleza es indiferente a los seres vivos.

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2003-09-10   |   32,239 visitas   |   3 valoraciones

Vol. 41 Núm.5. Septiembre-Octubre 1998 Pags. 181-182. Rev Fac Med UNAM 1998; 41(5)