Una de las complicaciones oculares más devastadoras de la terapia sistémica es el síndrome de Stevens-Johnson. Esta es una reacción vesiculoampollar inflamatoria aguda de la piel y las membranas mucosas, que afecta más comúnmente a los niños y adultos jóvenes. La alteración ocular ocurre entre el 43 y el 81 % de los pacientes y 35 % de ellos sufren secuelas visuales permanentes. Si bien la inflamación es autolimitante y no es progresiva, la cicatrización conjuntival subsiguiente, con obstrucción acompañantes de los dúctulos lagrimales y pérdida de células caliciformes, puede causar un síndrome de sequedad ocular difícil de curar, que amenaza la vista. Eso se puede complicar más por triquiasis (pestañas invertidas que rozan la córnea) y el resultado de esos procesos entraña con frecuencia distintos grados de opacificación, vascularización, queratinización y adelgazamiento de la córnea. Se han recibido informes, como mínimo, de 200 medicamentos causantes del síndrome de Stevens-Johnson, incluso sulfonamidas, penicilina, ampicilina, isoniazida, anticonvulsivos, salicilatos y fenilbutazona. Por fortuna, el síndrome es raro. Los pacientes afectados suelen presentar el antígeno HLA-Bw44 con más frecuencia que los testigos.
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2003-09-26 | 1,737 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 13 Núm.4. Julio-Agosto 1997 Pags. 401-404 Rev Cubana Med Gen Integr 1997; 13(4)