Después de algunas décadas de actividad en el medio de la medicina y de la cirugía sigo aprendiendo de lo que más se ve en la práctica cotidiana; de una entidad compleja –en todos los aspectos– con efectos deletéreos que requiere de una identificación precisa. Probablemente –todos– nos vemos afectados por la inseguridad, el tráfico, por las manifestaciones en vías públicas, las aglomeraciones, la falta de valores y de reconocimiento personal, la violencia intrafamiliar o intralaboral. Por querer presentar una imagen pública artificial, por la disfunción en la esfera emocional, física, intelectual y espiritual, por la crisis económica personal o duda existencial y por la falta de convivencia con el ser interior. Por el mal uso de los beepers o radiolocalizadores y el excesivo uso de los teléfonos celulares, ya que queremos ¡¡todo ahorita!!, en este momento, ya no sabemos “esperar” y menos tener tolerancia. Éstas son sólo algunas características de esta entidad clínica, que con frecuencia se asocia a cambios hormonales profundos que afectan tarde o temprano al ser humano de esta no tan nueva enfermedad y que no es precisamente el SARS; se sabe que destruye en forma muy lenta debido a que la inadaptación supera la capacidad de resistencia de cualquier individuo.
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2003-10-14 | 4,541 visitas | 24 valoraciones
Vol. 31 Núm.4. Octubre-Diciembre 2003 Pags. 98-99. Rev Mex Angiol 2003; 31(4)