Autor: Harb Peña Eric Julio
“Este tratamiento solamente debe ser practicado por un experto”. Esta categórica afirmación, que además tiene como objetivo secundario ser º intimidante, la escuchamos con relativa frecuencia en conferencias que algunos de nuestros colegas imparten no sólo a médicos generales, sino también a médicos de nuestra misma especialidad. En honor a la verdad y la ética, éste debería ser un patrón de conducta en “toda actividad”; sin embargo no siempre es posible, si así fuera, ¿quién podría ser padre por primera vez? En medicina existen circunstancias que lo dificultan, como lo es una demanda de atención muy por encima de las posibilidades de solución inmediata o a corto plazo en todos y cada uno de los tres niveles de atención, lo que obliga a que en muchas ocasiones, por falta de disponibilidad de expertos, el problema tenga que ser resuelto por un médico especialista no experto. Ante esta situación la pregunta sería ¿sí es ético que un no experto practique un tratamiento para el que está en teoría preparado y no olvidemos que además autorizado al haber cumplido los requisitos exigidos por ley para la práctica de la especialidad? Por otro lado, en nuestra profesión, ¿cómo se llega a ser experto?, ¿al ser tocado por el dedo de Dios?, ¿por el tiempo dedicado a una subespecialidad?, ¿cuántas veces se requiere practicar una misma técnica quirúrgica para ser experto? Con esto no quiero afirmar que no hay expertos, ¡CLARO QUE LOS HAY! Lo que pretendo decir es que se llega a ser experto a través de un proceso de aprendizaje durante el cual se cometen errores y no se vale pretender desestimular a un colega, para alimentar el ego, al ser uno de los pocos elegidos, sino inculcar la autocrítica y de esta manera estimular al no experto a prepararse adecuadamente y en caso necesario solicitar ayuda para no aventurarse, arriesgando al paciente, en un tratamiento que podría resultar desfavorable. Necesitamos ser autocríticos y conocer nuestras limitaciones, pero no para reprimirnos, sino para tratar de mejorar. Hace poco tiempo escuché a un experto como lo es Miguel Cavanella decir en una conferencia “que su propósito no es mostrar lo difícil y complicado que es operar prótesis de cadera y de esta manera desestimular a quienes realizan pocas para que así las complicaciones disminuyan, sino enseñar a ésos que practican pocas “él mencionó menos de 10 artroplastías al año”, la forma de evitar cometer errores, para que al ponerlas lo hagan mejor y de esta manera mejorar el resultado de sus enfermos”. No olvidemos que en el juramento Hipocrático que hacemos al finalizar los estudios, nos comprometemos a transmitir nuestros conocimientos a nuevas generaciones, que la soberbia es una postura que genera antipatía y la sencillez es una virtud altamente valorada en nuestro diario acontecer, y mucho más en aquellos que han logrado la perfección.
2003-12-16 | 1,367 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 17 Núm.4. Julio-Agosto 2003 Pags. 161 Acta Ortop Mexicana 2003; 17(4)