El momento de genialidad de la Dra. Virginia Apgar, en 1952, marca uno de los instantes más importantes dentro de lo que hoy conocemos como la medicina perinatal y la neonatología específicamente. Su escala es sumamente sencilla, proporciona un punto de referencia a partir del cual han partido otros caminos en la búsqueda de mejorar nuestras circunstancias. Nos enseña a observar con detenimiento, a autoevaluarnos, a buscar la objetividad. La misma doctora Apgar, en un ejemplo de autocrítica, desde el momento de la creación de la escala nos recuerda que en la comprensión de la realidad y de los procesos de la vida, una cifra aritmética siempre será de alguna manera arbitraria. El hombre, por naturaleza, siempre ha mostrado un afán de perfeccionamiento; en la definición del mismo llega a la conclusión de que, quizá, la expresión máxima de perfección es que somos seres humanos. La sola existencia no basta para definir a un ser humano. “La piedra existe, la bestia existe”, decía Santo Tomás de Aquino.
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2004-02-19 | 1,201 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 17 Núm.3. Julio-Septiembre 2003 Pags. 131-132 Perinatol Reprod Hum 2003; 17(3)