Autor: Rojas Ochoa Francisco
La batalla de ideas se libra en todos los campos. Uno de estos es el de las revistas cientÃficas. Probablemente la más lejana expresión de esta batalla es la insistente afirmación de los ideólogos de la burguesÃa, repetido por los cientÃficos reaccionarios, acerca de la neutralidad ideológica o polÃtica de la ciencia, de los cientÃficos y de sus revistas. En este último caso de lo que se publica como artÃculo sobre cualquier área del conocimiento en las revistas apropiadas. Sostener esta opinión es cuando menos diversionismo, alejar de la discusión el asunto. Se sugiere, en fin, no encarar el problema, seguir la polÃtica que se atribuye al avestruz. Pretender neutralidad, apoliticidad, en una revista de salud pública, es no denunciar la globalización neoliberal, no oponerse a la privatización de los servicios de salud, no combatir la hegemonÃa de las transnacionales de la industria farmacéutica orientada a ser más eficientes desde una óptica exclusivamente económica. Esto es para nosotros una posición inaceptable. Desde esta revista reivindicamos la salud como un derecho humano, los servicios de salud para todos como una responsabilidad del Estado, y la búsqueda de la equidad en el disfrute de los recursos para la salud como meta alcanzable y justa. A tales aspiraciones se suma la polÃtica de solidaridad internacional en materia de colaboración en el campo de la salud con otros pueblos. Sin embargo, la idea del pensamiento único está presente en la mayorÃa de la prensa cientÃfica especializada, en las «grandes» revistas, que mayoritariamente se editan en inglés y en la parte norte del planeta. En ellas se propone y defienden las ideas nocivas que enumeramos en párrafo previo. Por esto es parte de nuestra participación en la batalla de ideas abrazar las posiciones progresistas, en defensa de la salud de los pueblos, con hechos y razonamientos bien argumentados, con rigor cientÃfico metodológico. Son muchas las formas de bloquear el acceso a la información de las personas, de censurar las publicaciones, de sobornarlas (hoy se practican formas de soborno que no se reconocen como tales), o de influir sobre el modo de pensar de las gentes mediante los mensajes que repiten los «media». En silencio el «imperio» ha desatado una ofensiva contra la libertad de expresión y el libre acceso a la información, presentada como lucha contra el terrorismo. Esto alcanza a millones de personas, en primer lugar a los norteamericanos. Velemos nuestras armas (las ideas) y con ellas en ristre (la palabra impresa), desfagamos entuertos, desenmascaremos malandrines y pongamos en fuga a los gigantes del capitalismo salvaje (que hoy no son molinos). Francisco Rojas Ochoa
2004-04-23 | 1,037 visitas | Evalua este artÃculo 0 valoraciones
Vol. 29 Núm.3. Julio-Septiembre 2003 Pags. 197 Rev Cubana Salud Pública 2003; 29(3)