Carta al editor

Autor: Fernández Doblado Raúl

Completo

México D.F., a 2 de abril de 1997. Sr. Cor. M.C. Sergio Mendoza Hernández Editor de la Revista de Sanidad Militar Apartado Posta 35-511 11649 México, D.F. Invariablemente despierta mi interés la lectura de comunicaciones científicas relativas a problemas médicos que, como el parto prematuro, las malformaciones congénitas y la preeclampsia, representan en su origen y tratamiento, desafíos no superados por la medicina actual, no obstante sus notables progresos. Es natural por tanto que leyera con particular entusiasmo el resultado del estudio preliminar publicado por mis distinguidos colegas: Rodríguez Ballesteros, Olivares, Morales, y Porras Olguín, empleando salbutamol en un grupo y óxido nítrico en otro, con miras a reducir la indeseable frecuencia del parto antes del término. (Rev Sanid Milit 1997; 51: 30-34). Los autores deben ser felicitados por el esmero, la dedicación, tiempo empleado y la cuantificación del conocimiento mediante el uso apropiado del método estadístico. Coincido con ellos en su limitado entusiasmo y ausencia de triunfalismos, expresados con toda honestidad en la parte final en donde discuten los resultados. Vienen a mi mente las palabras escritas y muchas veces pronunciadas, hace ya muchos años, por ese gigante de la obstetricia, el doctor Nicholson Eastman, cuando en memorable ocasión hubo de decir; «Mientras persista la ignorancia del mecanismo que interviene en la iniciación del parto normal a término, es improbable que podamos impedir porcentajes todavía muy altos de parto pretérmino y los seguiremos considerando como «idiopáticos» y como causa muy importante de muerte y morbilidad neonatal». Sus conceptos siguen vigentes. Todavía tenemos un camino muy largo que recorrer y son anecdóticas las victorias escasas que pueden adjudicarse a medicamentos supuestamente útiles para la inhibición del parto pretérmino. Inclusive algunos, como la indometacina, son desaconsejables por la alta frecuencia de efectos secundarios indeseables e inaceptables. Por otra parte, la mayor parte de las malformaciones congénitas son consecuencia de mutaciones genéticas espontáneas e intrínsecas y por tanto imprevenibles y la toxemia gravídica (como en mi época de estudiante) persiste como «la enfermedad de las teorías» y se mantiene vacío el nicho que en un famoso hospital de Chicago está reservado para quién descubra su etiopatogenia.

Palabras clave: .

2004-06-02   |   852 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 51 Núm.2. Marzo-Abril 1997 Pags. 124. Rev Sanid Milit Mex 1997; 51(2)