Fragmento

El carcinoma de próstata es una enfermedad de importancias para los varones en la segunda mitad o último tercio de la vida (más común de unos 100 años o longevidad promedio de uno 75 años, respectivamente). En este grupo poblacional, es el cáncer más prevalente y la segunda causa de muerte por cáncer. Desde hace una década y a partir de la introducción de las cuantificaciones del antígeno prostático específico (APE) en suero, el diagnóstico de cáncer prostático ha aumentado al triple. Las posibles causas de este incremento no han sido clarificada aunque se tiene la impresión de que se están tratando más casos de los que en realidad requieren tratamiento. Por otro lado, la detección temprana por APE ha sido incapaz de determinar si un tumor va a progresar a la etapa metastásica; resultado ya previsto dadas las características de esta proteasa. De mayor importancia, las cifras intermedias de la valoración Gleason y de las concentraciones de APE dejan, tanto al médico como al paciente, literalmente en despoblado en la toma de una decisión educada. El problema básico es la ausencia de indicadores del comportamiento futuro del tumor, específicamente, invasividad. El establecimiento de metástasis tumorales, en correlación directa con mortalidad, es multifásico y secuencial: a) rompimiento de las uniones entre la célula y su matriz extracelular (con destrucción de ésta) y de las uniones intercelulares, b) invasión local, c) intravasación a conductos sanguíneos y linfáticos, d) sobrevivencia en la circulación (muchas células mueren a su paso por hígado y pulmón), e) extravasación en sitios secundarios y f) establecimiento y crecimiento en estos nuevos sitios. La agresividad de un cáncer depende de la capacidad de migración de sus constituyentes celulares. Este proceso de motilidad celular es quien saca del juego a la decisión quirúrgica como opción curativa.

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2004-06-02   |   1,038 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 51 Núm.3. Mayo-Junio 1997 Pags. 163-164. Rev Sanid Milit Mex 1997; 51(3)