El problema que con mayor frecuencia confronta el neumólogo pediatra en su práctica clínica es el de un niño con síntomas respiratorios de larga evolución o con frecuentes recidivas, cuyo diagnóstico no ha sido posible fundamentar. Consecuentemente, no se ha logrado la curación de su enfermedad. Se trata de pacientes que han sido llevados de un médico a otro y de un hospital a otro, durante meses o años, porque presentan diversas combinaciones de rinorrea hialina o mucopurulenta, tos seca, espasmódica, de predominio nocturno, respiración oral, estridor, facies adenoidea, ojeras, dificultad respiratoria, estertores bronquiales o sibilantes, osteoartropatía con o sin cianosis y afección de grado variable del estado general. En ocasiones la tos es húmeda pero en el niño no es posible obtener datos sobre la expectoración. En la mayoría de los casos estos pacientes evolucionan sin fiebre; sin embargo, frecuentemente son tratados con antibióticos, antifímicos, jarabes que contienen antihistamínicos y esteroides. El médico que trata a estos pacientes en los primeros niveles del sistema de salud o en su práctica privada supone que en las instituciones de tercer nivel, con el empleo de sofisticados procedimientos auxiliares de laboratorio y de gabinete se establecerá fácilmente el diagnóstico, lo cual no siempre ocurre. A su vez, los médicos que trabajan en instituciones de tercer nivel indican con frecuencia un gran número de exámenes de laboratorio y de procedimientos auxiliares de diagnóstico, que no necesariamente resuelven el problema y que no están exentos de molestias, riesgos y morbiletalidad, además de tener un elevado costo económico.
2004-06-22 | 5,960 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 25 Núm.3. Mayo-Junio 2004 Pags. 193-200 Acta Pediatr Méx 2004; 25(3)