A 20 años del descubrimiento del VIH

Autor: Villasís Keever Angelina

Fragmento

A principios de los años ochenta nos encontrábamos frente a una nueva enfermedad mortal. En junio de 1981 se describieron por primera vez la presencia de brotes de enfermedades poco frecuentes: neumonía por Pneumocystis carinii, sarcoma de Kaposi y linfadenopatía persistente, todos en hombres jóvenes homosexuales. En octubre las agencias de salud de Estados Unidos habían catalogado a la enfermedad como una epidemia y el tema alcanzó un elevado interés periodístico, con una gran difusión en los medios. En muchos casos esta epidemia fundó la sección científica de diarios y programas radiofónicos. Grupos conservadores aprovecharon la enfermedad para atacar la homosexualidad con críticas que iban desde frases como “lo bueno es que yo no me voy a infectar” hasta “castigo divino”. Poco a poco fue evidente que la condición que fue bautizada posteriormente como síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) no afecta sólo a la población homosexual: a partir de 1982 se describieron casos en niños, usuarios de drogas intravenosas, hemofílicos y haitianos. La afección en estos grupos de riesgo se explicaba si la enfermedad era causada por un agente infeccioso transmitido por vía sexual, transfusiones sanguíneas o por vía vertical o perinatal. Poco después se evidenció que la enfermedad producía alteración de la respuesta inmune con afección predominante de linfocitos CD4+3. Se observó que existía un largo periodo de tiempo entre la exposición y la presencia de enfermedades oportunistas, producto del estado de inmunosupresión característico de esta afección. La búsqueda por el microorganismo causante fue intensa. Los mecanismos de transmisión, la afección específica de una línea de linfocitos y el síndrome de desgaste, orientaron a algunos investigadores a considerar que el microorganismo causante podría ser un retrovirus.

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2004-06-24   |   2,132 visitas   |   2 valoraciones

Vol. 56 Núm.2. Marzo-Abril 2004 Pags. 122-123 Rev Invest Clin 2004; 56(2)