Autor: Cobo Abreu Carlos
La preocupación por la prevención de las enfermedades cardiovasculares ha ido en aumento, debido a la alta prevalencia de las mismas. El objetivo de este artículo es revisar la literatura en relación con los efectos benéficos del ácido acetilsalicílico (aspirina) y de la vitamina E sobre el corazón. ASPIRINA La quinina, extraída de la corteza de la quina, es uno de los remedios más antiguos para el alivio del dolor leve y la fiebre. En 1763 Edmund Stone describió el éxito en el tratamiento de la fiebre con un polvo proveniente de dicha corteza. Análogamente el ingrediente activo de la corteza del sauce es la salicilina, la que al hidrolizarse produce el ácido salicílico. Como fármaco prácticamente se utilizó hasta 1899 cuando se encontró su eficacia en la artritis. El nombre de aspirina se acuñó de la palabra alemana acetyIspiraüre (Spírea, del género de plantas de las cuales se obtuvo y Säure, palabra germana que significa ácido). El mecanismo de acción de la aspirina se basa en su capacidad de inhibir la ciclooxigenasa (prostaglandina sintetasa) disminuyendo así la formación de prostaglandinas y de tromboxano A2, este último hace que las plaquetas cambien de forma, liberen sus gránulos y se agreguen. Una sola dosis de aspirina irreversiblemente acetila e inactiva la ciclooxigenasa inhibiendo así la producción de tromboxano A2.
Palabras clave: Aspirina ciclooxigenasa prostaglandinas tromboxano A2.
2002-12-21 | 3,581 visitas | 1 valoraciones
Vol. 12 Núm.3. Julio-Septiembre 2001 Pags. 128-133 Rev Mex Cardiol 2001; 12(3)