Fragmento

Desde la referencia utilizada por muchas generaciones de estudiantes de medicina como recordatorio memorístico y que se refiere a la familia sifilítica y su naturaleza sorprendentemente destructora y que dice: "Hubo una vez en Torbay, un hombre que pensó que la sífilis se había ido. /Ahora tiene tabes, / y niños con tibias en sable, / y cree que él es la reina de mayo;" puede decirse que tanto la sífilis como la gonorrea han tenido una fascinación arrolladora en su historia a lo largo de mucho tiempo. La palabra sífilis deriva del latín de un poema titulado "Syphilis sive morbus gallicus", escrito en el siglo XVI por un médico llamado Fracastorrus. En este poema, Sífilis era el nombre de un héroe pastor que resultó castigado porque levantó altares prohibidos en la montaña. Una epidemia de sífilis arrasó Europa durante los siglos XV y XVI, lo que dio como resultado miles de muertos, pues no había ninguna terapéutica eficaz: sólo se disponía de las plegarias. El miedo a la enfermedad condujo a la incorporación de uno de los 14 Santos de Urgencia de la Iglesia: San Dionisio fue el Patrono de los sifilíticos. En Munich, existe en la biblioteca del estado Bávaro, una breve plegaria de intercesión a este santo. En cada una de las esquinas inferiores, hay pintado un penitente con una erupción cutánea, cuya cabeza mira al cielo en súplica. Ambas entidades han sido descritas desde la antigüedad. Hay escritos chinos que datan de hace más de 2 500 años que describen una infección en la uretra tratable con esencia de soja. Una enfermedad de transmisión sexual, que podía haber sido la gonorrea, fue la que la , Biblia, describe que afectó a Sara, la mujer de Abraham, según aparece en Génesis, capítulo 12. La misma infección puede haber sido la plaga que se extendió por la corte del faraón y sus concubinas. Las alteraciones de la fertilidad debidas a esta infección podrían también haber sido la causa de la incapacidad de Sara, para concebir, hasta muy tardíamente.

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2004-07-16   |   3,931 visitas   |   1 valoraciones

Vol. 11 Núm.4. Octubre-Diciembre 1995 Pags. Rev Cubana Med Gen Integr 1995; 11(4)