El SIDA, 20 años después del descubrimiento del VIH

Autor: Murphy Sánchez Carlos

Fragmento

Hace ya 20 años, en 1984, los esfuerzos de dos importantes grupos de investigadores, uno en Francia comandado por el Dr. Luc Montagnier y el otro en Estados Unidos dirigido por el Dr. Robert C. Gallo, lograron comprobar que el agente causal del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) era un retrovirus. Este descubrimiento fue el parteaguas de la lucha contra un mal que desde ese entonces presagiaba una epidemia de enorme magnitud que la humanidad nunca antes había enfrentado, de altos costos sociales y económicos. A pesar del sombrío panorama de esta enfermedad, que al principio parecía amenazar a nuestra especie, la lucha de los científicos ha dado frutos: el descubrimiento del retrovirus como agente causal, de sus medios de transmisión y de las pruebas de laboratorio para su detección proveyó los recursos para que, a través de métodos preventivos aplicados a la transfusión de sangre y sus derivados, leche materna y tejidos para trasplantes; el cuidado de material quirúrgico posiblemente contaminado, la prevención de accidentes a personal asistencial en riesgo de contagio y la educación sexual (uso del condón, evitar la promiscuidad y otras actividades de riego sin protección, etc.) se haya podido evitar en muchos casos el contagio de la enfermedad. Por otro lado, los descubrimientos sobre cómo se replica el virus y los exámenes capaces de medir la cantidad de partículas virales en el plasma han permitido el logro, en la medicina de tercer nivel, de desarrollar antirretrovirales (análogos nucleósidos, análogos nucleótidos, inhibidores no nucleósidos, inhibidores de proteasa e inhibidores de fusión) con los que se ha podido instituir la terapia antirretroviral altamente activa o HAART (por sus siglas en inglés) que ha permitido a los pacientes con SIDA vivir más tiempo y mejorar su calidad de vida.1 Con los actuales tratamientos, en muchos pacientes el SIDA ya no es una enfermedad aguda y rápidamente mortal, y se comporta como una enfermedad crónica con periodos de estabilidad. Aun considerando estas conquistas, la lucha dista de ser ganada, la enfermedad no tiene cura definitiva todavía, se sigue expandiendo y la posibilidad de una vacuna aún es un reto que sigue en experimentación.

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2004-07-21   |   1,073 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 64 Núm.4. Julio-Agosto 2004 Pags. 159-160 Rev Mex Urol 2004; 64(4)