Autor: Bolaños Meade Javier
Estimado Dr. Gamba: En su interesante artículo Crespo, et al. cita varios puntos que requieren discusión. Refieren que en el INCMNSZ, de 1993 al año 2000, se vieron 277 pacientes con leucemia aguda de novo, de los cuales 125 fueron casos de leucemia aguda mieloblástica, lo que me hace suponer que los 152 restantes se refieren a leucemias agudas linfoblásticas. Como los autores no describen las edades de sus pacientes, un análisis de la información presentada es sumamente difícil puesto que si el grupo de pacientes descritos incluye pediátricos es explicable que exista un número tan elevado de leucemias agudas linfoblásticas. Si no, entonces el número de casos de leucemias agudas linfoblásticas es muy elevado y ese tema sólo amerita un nuevo reporte, ya que en adultos la leucemia aguda mieloblástica es mucho más común. Por otra parte, la edad de los pacientes es un factor pronóstico de los más importantes en las leucemias agudas mieloblásticas. Si los pacientes descritos por Crespo et al. incluyen un gran número de pacientes pediátricos, es esperado que éstos tengan una respuesta diferente a tratamiento y sobrevida, a los de un grupo con leucemia megacarioblástica aguda, cuyas edades sobrepasan los 60 años de edad. También, cuando los autores hablan de que la frecuencia de la leucemia megacarioblástica aguda de 9.6% “es un reflejo confiable de la proporción que representa esta leucemia entre los tipos de leucemias agudas mieloblásticas” hacen, de nuevo, una aseveración que depende de la edad del enfermo. En México la leucemia megacarioblástica aguda en niños corresponde aproximadamente a 19% de los casos de leucemias mieloblásticas agudas. Sin embargo, una de las referencias citadas por los autores, señala que únicamente 1.2% de los 1,649 pacientes adultos tratados por el grupo ECOG padeció esta enfermedad. Esto coincide con nuestra experiencia en adultos, que es similar a la publicada por ECOG y otros grupos.
2004-07-22 | 2,847 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 56 Núm.3. Mayo-Junio 2004 Pags. 410-411 Rev Invest Clin 2004; 56(3)