Los neurólogos y sus pacientes en el siglo que comienza

Autor: Figini Hector A

Fragmento

¿Se están oxidando el martillo, el alfiler y el diapasón? Aunque tengo muchos de neurólogo, no quiero decir como los abuelos, que todo tiempo pasado fue de mejor. Debemos aceptar críticas y errores, como en toda practica artesanal y también científica. La formación del neurólogo es larga, exigente y su practica compleja. Como no recordar lo que costaba comprender la intrincada relación de los núcleos de los nervios craneanos y su relación con fibras ascendentes y descendentes en el tronco cerebral. Así también el aprendizaje de estrategias para descubrir reflejos anormales o respuestas atípicas de algunas lesiones cerebrales. Y después de subir difíciles escalones terminar comprendiendo que el enfermar del Sistema Nervioso (SN), es muy distinto que el del hígado o la pierna izquierda. Hace muchos años, mientras examinábamos un paciente, los clínicos admiraban nuestra capacidad para localizar una lesión en el cerebro, pero también señalaban la escasez de tratamientos de que disponíamos. La integración de todos los órganos y tejidos en algo indivisible, privilegio de la función del SN. Hace que su alteración represente algo mucho más serio para la persona. No es lo mismo “estar” afásico, o parapléjico que “tener” gripe o artrosis. En base a todo lo dicho la consulta exige mucho tiempo y el neurólogo aprende que muchas veces tiene que actuar con altruismo porque, aún no haya cura, debe cuidar, haciéndose compañero del infortunio del enfermo.

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2004-08-23   |   2,693 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 29 Núm.1. Enero-Marzo 2004 Pags. 01-03 Rev Neurol Arg 2004; 29(1)