Todos los involucrados en el ámbito de la salud deberíamos ser conscientes de que muchos de los pacientes que nos visitan proceden de etnias para las que la medicina popular y sus representantes, los curanderos o brujos, son personas o instituciones necesarias, bien vistas, apreciadas. Cuando acuden a la medicina moderna en busca de solucionar sus problemas, nuestro deber es tratar de entender sus costumbres para poder auxiliarlos en el padecimiento que originó la consulta y entablar a fondo una relación adecuada con los pacientes según su procedencia y cultura. No se puede esperar que los médicos, quienes generalmente proceden de familias menos aferradas a las tradiciones culturales, dediquen su tiempo libre a formarse en medicina popular, lo que resultaría casi imposible, ya que la cultura no se aprende, sino que se vive o se adquiere mediante la socialización. Sin embargo, podría pensarse que, a través del contacto con aquellas personas que viven todavía según sus tradiciones de origen, los médicos podrían adquirir cierta sensibilidad en relación con los aspectos culturales de estos individuos o grupos, lo que probablemente tendría una repercusión positiva sobre los resultados de los tratamientos.
2004-08-25 | 891 visitas | 1 valoraciones
Vol. 3 Núm.2. Septiembre 2004 Pags. Dol Clin Ter 2004; III(2)