Autor: Gómez Restrepo Carlos I
Carlos Gómez Restrepo Director de la Revista Colombiana de Psiquiatría Hace pocos meses culminó el Tercer estudio nacional de salud mental, cuyos primeros resultados fueron ampliamente difundidos a través de la prensa, y que esperamos sean igualmente conocidos en revistas científicas para evaluar con detenimiento algunos de sus resultados y, a la vez, oír propuestas que vayan más allá de la simple puesta en escena de unos resultados que, como preveíamos, iban a mostrar tendencias epidémicas. No obstante la discusión que se dio en torno a la utilidad de este estudio, tenemos que avalar que éste brinda una medición más objetiva de salud mental de los colombianos, provee diagnósticos psiquiátricos en adolescentes y adultos, mejora lo que se tiene de tamizaje del Primer estudio de salud mental de 1993 y lo que se dejó de tener en el Segundo estudio nacional, cuyos resultados por razones técnicas y de metodología lamentablemente no se pudieron utilizar. De acuerdo con los datos aportados hasta el momento, se plantea que hasta un 40,1% de la población podría tener problemas mentales en algún momento de sus vidas, que un 16% los tendría en los últimos doce meses y que un 7,4% tiene la posibilidad de presentarlos en el último mes. Estos resultados, además de mostrar la importancia del tema de salud mental en nuestro país, nos llevan a tener que plantear una serie de soluciones efectivas contra este tipo de problemas. Ahora, cuando se toman las patologías independientemente, se describen las prevalencias de tener las siguientes patologías en algún momento de la vida según el género: Patología Hombres Mujeres E. depresivo mayor 8,6% 14,9% Distimia 0,6% 0,7% Episodio maniaco 2,1% 1,5% Trastorno de pánico 0,6% 1,7% Agoraf. sin pánico 1,5% 3,3% Fobia social 5,1% 5,1% Fobia específica 10,9% 13,9% Ansiedad gener. 1,5% 1,2% Estrés postraumático 0,8% 2,5% De esta forma tenemos más datos que demuestran de manera precisa lo que ya conocíamos en algunos casos e intuíamos en otros; esto es, altas prevalencias, similitudes con otros países y un problema de salud pública de grandes proporciones. Ahora tenemos que preguntarnos: • ¿Para qué nos sirven estos datos? • ¿Cuál es el objeto de tenerlos? • ¿Qué políticas adoptará el gobierno con estos resultados? • ¿En qué beneficiará este estudio a nuestra población? • ¿Qué propuestas tendrá nuestra Asociación ante los resultados del estudio? • ¿Se requerirá un nuevo estudio en el mediano plazo? • ¿Cuál es el costo-beneficio de este estudio? Esperamos desde la Revista que se den respuestas a estos interrogantes y que este tercer estudio sirva para plantear cambios, generar discusiones académicas, escuchar propuestas y observar nuevas políticas en salud mental. En caso de que esto no se presente, pienso que estaremos de nuevo tirando al cesto de la basura un estudio nacional de relevancia, pero que no provee soluciones, y que, como muchas investigaciones de importancia, habrá fallado en llevar la investigación a la acción, al cambio y mejoramiento de políticas y al cuestionamiento de las existentes.
2004-09-01 | 1,878 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 33 Núm.2. Junio 2004 Pags. Rev Col Psiqui 2004; XXXIII(2)