Esquizofrenia

Autor: Galindo Vacha Álvaro

Completo

Pensamientos sobre arte Necesito poner mi mente en blanco, necesito entrar en un estado de inconsciencia para tratar de llegar a las formas elementales de mi cerebro; dejar de percibir y llegar a lo percibido, para poder plasmar la forma en su esencia, en su momento primario. Esto obliga a pensar en que lo abstracto ya no es abstracto, en que esas formas, esos colores, esos planos adquieren una consistencia, porque al estar conjugados los unos con los otros proponen situaciones enmarcadas dentro de un mundo, un universo en el cual vivimos. Si mi estado de ánimo es de euforia, probablemente el entendimiento de mi entorno será brillante, muy luminoso, pero esa luminosidad es compleja, pues su trascripción es casi imposible, se podría acercar a la ceguera, mas no lo es: siempre llegará información codificada. Si mis ojos se enfrentaran al sol, probablemente estarían en una competencia desequilibrada, y aunque la pretensión del Sol sea simplemente una comunicación de susurro, no estamos preparados para entender la vida de un solo impacto. A veces creemos entenderlo todo, y no hay tal. No hablemos de plástica, simplemente de la vida, tal vez de lo cotidiano: si la imagen llega a nosotros como la suma de todas las imágenes, probablemente el caos es total. ¿Cómo entender ese concepto paulatino, escalonado de percepción? Si tomamos la palabra referencia, es posible entenderlo. ¿Qué significa referencia? ¿Serán conceptos archivados en nuestro cerebro que se buscan para hacer comparaciones, asociaciones, extracciones para darle significado a algo? Con qué argumentos puedo hacer entender una idea? Esa pregunta es obvia dentro del contexto del ser humano. Pero, ¿de qué signos o símbolos me valgo para que me entiendan? Cuando pinto, cuando dibujo, esas preguntas me embargan, esas preguntas me enloquecen; si yo estoy tratando de llegar a la idea misma, si estoy visualizando un concepto de un punto y no un punto, si estoy analizando el concepto de una línea y no una línea, si me armo de justificaciones tramposas dentro de lo bidimensional para hacer entender un entorno tridimensional, si le digo a la gente que ese elemento es pesado dentro de un plano, sabiendo que el término gravitatorio no existe en una hoja de papel, ¿qué debo tener en cuenta para esa argumentación? ¿Quiero que lo entienda alguien o simplemente quiero entenderlo yo? Bueno, está dicho. Pensar en lejanía, cercanía, arriba, abajo, pesado, liviano, fuerte, débil, ancho, delgado genera relaciones cerebrales íntimamente ligadas a lo natural, al poder dar un paso y estar en otra posición con respecto a la anterior, en poder mover una mano y acercarla a los ojos, sin que los dedos crezcan en ese trayecto, sabiendo de hecho que cuando estaban lejos de ellos se apreciaban más pequeños. Es natural, lo vivimos a diario, pero no lo pensamos a diario. Sin esas leyes de trascendencia, el mundo sería un elemento estático, quieto, probablemente abstracto al pensamiento, probablemente incomprendido o comprendido a partir de otros esquemas. Existen criterios que nosotros, los seres humanos, nos encargamos de confundir. En algún momento de su vida Henri Matisse recibió a algunos alumnos en su estudio en París, cuando alguno de ellos observó un dibujo que estaba sobre la mesa, comentó eufórico: “¡Qué bella manzana!”, a lo que Matisse pausadamente contestó: “Eso no es una manzana, es el dibujo de una manzana”. En cinco minutos, Matisse resolvió el problema de entender que en el entorno en que vivo existen serias posibilidades de transgredir el espacio y en un plano, simplemente de sugerirlo. Lo que sí hay que tener claro es que el pensamiento, la capacidad de análisis, el racionamiento, el discernir hacen que la imaginación supere cualquier estado, así sea simplemente partiendo de un plano en dos dimensiones. Álvaro Galindo Vacha

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2004-09-01   |   770 visitas   |   2 valoraciones

Vol. 33 Núm.2. Junio 2004 Pags. Rev Col Psiqui 2004; XXXIII(2)