Autor: Rovaletti María Lucrecia
La historia de la muerte en Occidente muestra que ella ha pasado, del hecho íntimo, doméstico y natural a ser causa de confusión y sensación de fracaso, cuando no motivo de negación y rechazo, por demostrar la incapacidad de la técnica para solventar problemas perennes. (1) Mientras en las sociedades tradicionales la muerte podía ser integrada a la vida por medio de símbolos, ritos y mitos, en las sociedades secularizadas contemporáneas esas capacidades se han perdido. La muerte constituye ahora un fenómeno al que se pone a distancia, ya sea banalizándolo en e ámbito cotidiano, ya sea considerándolo en el ámbito médico como un accidente al que hay que combatir por medio de la actual biotecnología. Más que la muerte per se, importa el sufrimiento y la indefensión que suele generar una enfermedad larga e incurable. Paradójicamente, los adelantos médicos y las mejoras en políticas de salud y educación, que han hecho posible la preservación y prolongación de la vida humana, han abierto a su vez la posibilidad de que el destino de muchos sea terminar en años de debilidad, dependencia y desdicha por enfermedades crónicas y demenciales, fruto del envejecimiento población por lo tanto, la ambigüedad con que se nos presenta el problema de la muerte guarda una estrecha relación con los cambios acaecidos en el campo médico y jurídico; se trata de un cambio global que supone siempre la intervención de las mediaciones médicas. Si hoy se puede hablar de «medicalización de la sociedad» y a su vez, de una creciente «juridización de la medicina», también hoy se puede hablar de una «medicalización» y una «juridización de la muerte». Así aparecen temas como «la muerte hospitalizada» o desapropiación del morir», es decir, esa tecnificación del morir. Los recientes avances tecnológicos nos muestran además nuevos escenarios imposibles en otra época, como los problemas ligados a la «muerte digna, suicidio activo, asistido/no asistido; cuidados paliativos, o la «muerte esperada» de un donante para lograr el milagro, el renacimiento a través del transplante. Sin embargo, más acá de la «muerte biológica», se presenta la «muerte propia», en el sentido que nadie la puede afrontar en mi lugar, que ella deviene auténtica decisión y personal responsabilidad. Además de lo anterior se analiza la «muerte voluntaria , cuyas motivaciones últimas permanecen en el misterio. Es el suicido en las patologías melancólicas y esquizofrénicas, que no pueden ser comprendidas a través de la psiquiatrización, sino más bien de una fascinación por la muerte. Otras veces la muerte surge de los enredos y apuros de situaciones complicadas. Por último, la «insoportabilidad» de la vida se nos hace presente en situaciones límites, de completo desamparo, donde la desaparición es para el solitario como un retorno a sí mismo.
Palabras clave: Muerte medicalización de la muerte tecnificación del morir.
2004-09-01 | 1,357 visitas | 1 valoraciones
Vol. 31 Núm.2. Junio 2002 Pags. 91-108 Rev Col Psiqui 2002; XXXI(2)