La era de las fotografias

Autor: González Jorge

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Una buena forma de definir nuestro tiempo es llamándolo «la era de las fotografías». Las hay por todas partes, avisos en las calles y prensa escrita, se cuelan en forma de publicidad por debajo de nuestra puerta, forman una secuencia cuidadosa de nuestra historia personal en forma de arrumes de fotografías familiares. Son tan emblemáticas del mundo actual, que el arte contemporáneo las ha asumido como uno de sus medios y de sus recursos predilectos. Vivimos tal invasión de ellas, que es necesario digerirlas y desecharlas muy rápido, y se han vuelto fugaces, efímeras... También el arte contemporáneo tiene algo de eso. Jorge González es un fotógrafo del mundo contemporáneo. Hace publicidad, avisos enormes y diminutos, reportajes, retratos de celebridades y de gente anónima, de edificios y de un sinfín de otros temas. Pero ése no es el fotógrafo que hoy nos ocupa. Hay otra faceta de su trabajo mucho más reflexiva, silenciosa, aunque mucho menos conocida, de más difícil lectura y de exigencias intelectuales mayores. Es ésa la que realmente nos seduce, es allí donde el fotógrafo se detiene a pensar el mundo, donde sus fotografías se vuelven memoria y no hace concesiones a la moda: ni a la moda de la fotografía ni a la fotografía de moda. En estas otras fotografías habita un mundo suyo, atemporal, solitario, pleno de matices y texturas exquisitas que exigen un gusto especial del espectador; un espectador atento que quiera dejarse llevar de la mano a vivir la experiencia de ver a través de los ojos de alguien que sabe mirar mejor, alguien que nos muestra cosas que normalmente no percibimos. Y si bien es cierto que esto último también lo hace en su trabajo de publicidad o de modas, la diferencia está en que aquí sólo él puede construir su mundo y quizás éste sea el rasgo que lo define como artista, alguien que nos presenta su propia visión del mundo sin concesiones, sin estar supeditado a suplir una función práctica o condicionado a repetir una formula establecida, que piensa el mundo por el placer de pensarlo, con el sello propio de su subjetividad, de su individualidad, validándolo precisamente porque presenta su visión en lo que ésta tiene de diferente de la de los demás, no en lo que tiene en común con otras. Es allí donde Jorge González da lo mejor de sí, cuando es artista, su faceta como creador en la que realmente es él. Es esto lo que le permite ser bueno cuando hace revistas, pero éstas deben ser sólo un medio no un fin en sí mismas, el fin está en su trabajo de artista.

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2004-09-02   |   706 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 31 Núm.4. Diciembre 2002 Pags. Rev Col Psiqui 2002; XXXI(4)