Los locos de Bogotá

Autor: Martínez Rivera María Clara

Completo

«La Loca Benita» Creación de: José María Espinosa Benita Peña CA 1870-1880 Acuarela y tinta china sobre papel 15.4 X 9.7 centimetros Colección Museo Nacional de Colombia (REG. 856) Los locos de Bogotá José María Espinosa (1796-1883), pintor bogotano, miniaturista, dibujante y caricaturista, fue la figura central del arte colombiano del siglo XIX. Participó en las guerras de la campaña libertadora, fue el cronista gráfico de las Batallas que nos otorgaron la independencia, es el retratista de una época y no de cualquier época, de los momentos que rodearon el proceso emancipatorio de nuestro país. Podríamos decir que narra el origen de aquello que después hemos llegado a ser. La faceta más conocida de Espinosa es la de iconógrafo del Libertador, pero no es este el aspecto que nos interesa de su obra, sino su interés por plasmar en sus telas o en sus hojas de papel, las características de la sociedad en que le fue dado vivir. Se ocupó con esmerado interés por preservar la apariencia física, no sin dejar en sus dibujos algo del alma de las personas, aun las más humildes y sencillas a quienes dedicó muchas de las horas de su trabajo. "Los locos de Bogotá" pertenece a esta faceta de su obra. En ella caracteriza muchos de esos personajes presentes siempre en cualquier conglomerado social tradicional. Puede decirse que todo pueblo o ciudad guarda como parte de su patrimonio cultural las historias de sus "locos celebres" quienes suelen decir aquello que todos quieren decir pero no se atreven, o mejor, que no son capaces de aceptar, o expresar. La serie de treinta retratos de locos callejeros realizados entre 1840 y 1880, la conforman dibujos en aguadas, acuarela o tinta china sobre papel en pequeño formato, titulados con lápiz por el artista quien identifica el personaje representado generalmente por su nombre popular o apodo; la mayoría carece de la firma del pintor pero esta plenamente identificada su autoría. Estos personajes ocupaban un lugar importante dentro de la vida cotidiana de las ciudades. Tenían funciones sociales: algunos hacían mandados, o llevaban razones, lo cierto es que la comunidad tenía un papel para ellos y los quería como parte integral de su herencia simbólica, ellos representaban un elemento importante, dentro del desarrollo de las sociedades, con su capacidad de tomar cierta distancia de la realidad permitían una visión fresca de lo que para los demás resulta invisible por estar demasiado inmersos en aquello que llamamos realidad; pero que no siempre podemos delimitar con precisión. Estos personajes por todos conocidos, así tuvieran que recurrir a la mendicidad, se diferenciaban en mucho de los indigentes que hoy tenemos por todas partes invadiendo nuestras ciudades; o quizás, ellos no son tan diferentes de sus antecesores, lo que si es muy diferente es la actitud de los demás, de las personas llamadas "normales" hacia ellos. Antes eran personas poseedoras de una individualidad fácilmente reconocida por todos, con un nombre y una figura; hoy en cambio resultan seres sin rostro, sin nombre. Antes tenían quien les escuchara, quien les saludara y también quien les tendiera un plato de comida caliente. Para los nuestros no hay un segundo de tiempo, ni un saludo, ni un gesto de amor. Son las características del mundo contemporáneo, un mundo pragmático, eficaz, veloz, que desecha sin indulgencia las piezas del engranaje que no encajan con las demás. Quizás podamos reflexionar ahora a partir de este testimonio visual y documental, que más que contamos acerca de unos loquitos, nos cuenta de una sociedad que podía dedicar tiempo y atención a esos loquitos, que los escuchaba y a su manera, los respetaba. Los respetaba tanto que dedicó algunas de sus crónicas a recordados y al mejor de sus retratistas, a retratados. María Clara Martínez

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2004-09-02   |   2,684 visitas   |   Evalua este artículo 1 valoraciones

Vol. 30 Núm.2. Junio 2001 Pags. Rev Col Psiqui 2001; XXX(2)