Autor: Garrocho Sandoval Carlos
Juro por Apolo médico, por Asclepio y por Higeia, por Panacea y por todos los dioses y diosas, tomándolos por testigos, que cumpliré, en la medida de mis posibilidades y mi criterio, el juramento y compromiso siguiente: Considerar a mi maestro en medicina como si fuera mi padre; compartir con él mis bienes y, si llega el caso, ayudarle en sus necesidades; tener a sus hijos por hermanos míos... Hace poco tuve la oportunidad de charlar con un médico amigo mío, maestro jubilado de mi facultad de medicina, y me planteó la inquietud. “Fíjate”, me dijo, “no hace mucho que mi mujer tuvo que ir a consulta en un par de ocasiones con dos médicos a quienes yo conozco, y le cobraron. En cada caso el médico sabía que se trataba de mi esposa y, por lo tanto, estaba plenamente consciente de que el dinero que estaba recibiendo salía de mi bolsillo; es decir, que me estaba cobrando a mí. Por añadidura, los dos fueron mis alumnos durante la carrera. Ahora que en los colegios médicos se están preocupando mucho por la ética médica y la clonación, la reproducción asistida, la experimentación en humanos, la eutanasia, ¿no valdría la pena que escribieras algo sobre el asunto, más corriente y de todos los días, de la cortesía profesional?”
2004-10-19 | 3,235 visitas | 1 valoraciones
Vol. 51 Núm.3. Julio-Septiembre 2004 Pags. 127-129 Rev Mex Patol Clin 2004; 51(3)