Autor: Viesca Treviño Carlos
Hace 50 años, eufórico por lo que para él —y después para toda la humanidad- significaba el descubrimiento de que la estructura helicoidal del modelo propuesto por él y James Watson para el DNA, Francis Crick decía a sus amigos reunidos en un pub, The Eagle, cercano al laboratorio en el que trabajaban, que su hallazgo les proporcionaba ni más ni menos que "el secreto de la vida".1 Y tenía razón. En los años consecutivos se iría dilucidando el sentido de esa aparente fanfarronada para convertirla en el ábrete sésamo de la ciencia biológica.
2004-11-17 | 1,050 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 140 Núm.2. Marzo-Abril 2004 Pags. 250-255 Gac Méd Méx 2004; 140(2)