Antes de la segunda mitad del pasado siglo no existían problemas para definir la muerte puesto que ella se presentaba en una única forma, la cual era entonces muy fácil de identificar: el cese de todas las funciones vitales. En 1956, Lofstedt y Von Reis reportaron seis pacientes con ausencia completa de función neurológica, apnea, reflejos ausentes, hipotensión, poliuria e hipotermia, con ausencia de flujo intracraneano demostrado por angiografía y en 1959, Mollaret y Goulon, neurólogos franceses, reportaron 23 casos de pacientes con daño cerebral masivo y silencio electroencefalográfico, que continúaban “vivos” sin signos de actividad cerebral gracias a la ventilación mecánica, con necrosis cerebral total demostrada después en la autopsia, lo que cuestionaba el entonces bien establecido concepto de muerte. Denominaron a este estado “coma depassé” (interpretado por la literatura anglosajona como “coma irreversible”, pero en estricto francés “mas allá del coma”).
2005-02-21 | 854 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 19 Núm.4. Octubre-Diciembre 2003 Pags. 172-185 Acta Neurol Colomb 2003; 19(4)