Fragmento

El número y las características con las que aceptamos a los individuos que conforman un proyecto de investigación, suele ser un asunto delicado si el resultado queda sustentado solo en la operatividad más no, en el contexto del ser humano. La conducción responsable de los estudios clínicos en su contexto metodológico y matemático permitirá a la filosofía moderna cumplir con uno de sus más urgentes cometidos: aportar soluciones. La bioética clínica aporta, concluye, asumiendo los costos de tal definición en este siglo veintiuno. El número. Atormentada consideración aún para los expertos, conocido como tamaño de la muestra, se ha convertido en una adicción numérica que en ocasiones deja desnuda a la cordura. Existe una enorme colección de fórmulas, tablas y programas con los cuales se puede trabajar; facilitan el camino, pero, nos arriesgan a caer en estructuras muy rígidas. Por ejemplo, existen publicaciones que prefieren incluir un número muy grande de personas al estudiar una enfermedad frecuente, partiendo del supuesto, de que, por ser muchos, representarán bien a un problema epidemiológico, lo cual no es enteramente cierto y encierra algunos cuestionamientos éticos, como menguar la fuerza para establecer asociaciones ó la desesperación por reclutar un gran número de enfermos, lo cual hace “caer en tentaciones” a ciertos investigadores en el momento de seleccionar a los sujetos. Otro escenario es querer demostrar el origen de una enfermedad con un número de individuos adecuado, pero con un mal diseño. Tal es el caso de los modelos descriptivos que se aventuran a emitir conclusiones acerca del origen de un problema. No es lo mismo asociación que causalidad. Vaya problema ético resulta entonces querer adjudicar el origen de algo cuando solo podemos enumerar coincidencias de ese acontecer.

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2005-05-18   |   1,015 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 10 Núm.3. Septiembre-Diciembre 2004 Pags. 298-300 Salud Tab 2004; 10(3)