La mordida del cocodrilo americano (Crocodylus acutus), ¿es potencialmente séptica?

Autores: Cupul Magaña Fabio Germán, Rubio Delgado Armando, Reyes Juaréz Abraham

Fragmento

Morder y asir son los principales mecanismos utilizados por los reptiles para capturar a sus presas. Son tan simples, que sólo requieren que el animal coloque su cabeza cerca del alimento. La aproximación puede realizarse con un rápido movimiento de la cabeza y del cuello, o al desplazar todo el cuerpo. Algunas especies complementan estos métodos con colmillos y glándulas de veneno, como los helodermátidos (escorpión y monstruo de Gila), los eláfidos (coralillo, serpiente marina, etc.) y los vipéridos (cascabel, zolcuate, etc.); o con dientes agudos, como en los crocodílidos (1). Una especie en particular, el dragón de Komodo (Varanus komodoensis), refuerza su dispositivo de caza con el empleo de un arma letal: una mordida séptica. Esto lo logra gracias a que los residuos de alimento cárnico que se depositan en sus aserrados dientes, son un medio de cultivo para un gran número de bacterias. Se han logrado encontrar cerca de 50 cepas bacterianas diferentes en la saliva de este reptil varánido, de las cuales, al menos cinco, son altamente sépticas. Una presa que haya recibido una mordida, probablemente muera en el lapso de una semana como resultado de una infección generalizada, provocada por la saliva que penetró por la herida (2). De hecho, se ha encontrado que Escherichia coli es abundante en la saliva de ejemplares silvestres y, dos especies de Staphylococcus, predominan en la saliva de ejemplares en cautiverio (3).

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2005-05-19   |   1,551 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 16 Núm.1. Enero-Marzo 2005 Pags. 65-67 Rev Biomed 2005; 16(1)