Sara MarÃa Duran Carreña: 7 años. Sin tÃtulo (fragmento), 1997. Creación de: Juan David Ochoa: 3 años. Sin tÃtulo (fragmento), 1997. Marcador sobre papel, dimensiones variables. Arte Infantil En la música, en la gimnasia, en el ajedrez, es posible encontrar de tiempo en tiempo niños superdotados cuyos logros pueden comparar se con los de sus mayores, aún a niveles muy exigentes. En las artes visuales, en cambio, este fenómeno prácticamente no se da. Y no sabemos si es que no se da, o si es que en artes visuales todos los niños son prodigios. Cuando permitimos a un niño expresarse a través de sus dibujos, pinturas o moldeados, sin pretender que este quehacer sea un aprendizaje o un aprestamiento escolar, dejándolo hacer lo que el quiere hacer y no lo que nosotros queremos o necesitamos que el haga, encontramos los productos de este trabajo plenos de valores individuales, libertad, creatividad, riqueza expresiva, valores plásticos genéricos, en resumen, de una gran calidad artÃstica. Muchos artistas han deseado regresar a pintar como pintaban cuando eran niños, en el siglo XX los casos más claros son quizá Pablo Picasso, Jean Dubuffet y JoaquÃn Torres GarcÃa. Esto parece estar en contravÃa de nuestro sistema escolar que suele utilizar el dibujo como un medio de aprestamiento para la escritura, no como una vÃa de expresión del mundo interno del niño. El entrenamiento de las destrezas manuales de un niño tiene poca relación con sus necesidades expresivas. Lo primero es frecuente, común; lo segundo es infrecuente, raro. Pero, ¿no es tal vez la segunda de estas "utilizaciones" del arte donde estarÃa su potencial formativo y experiencial más importante? Es precisamente en la posibilidad de este espacio para simbolizar el mundo, para expresarlo, para encontrarle algún sentido; donde nuestra sociedad falla. PodrÃamos preguntarnos si la recuperación del arte, no solamente para los niños sino también para los adultos serÃa un espacio por abrirse, puesto que ha sido cerrado desde sus primeras manifestaciones. Es por esto que en la Revista Colombiana de PsiquiatrÃa hemos querido dedicar este número monográfico y su portada al arte de los niños; de pequeños, esos que ven el elefante dentro de la boa, no un sombrero Convocamos a un concurso conscientes de nuestro desatino, puesto que s algo no puede hacer el arte es competir; lo ideal serÃa que nunca el arte se rigiera por criterios cuantitativos. Sin embargo, y pidiendo excusas a los demás participantes, que bien hubieran merecido ganar, escogimos los trabajos de Sara MarÃa Duran Carroño y Juan David Ochoa como premios y para se publicados en este número. La pintura de Sara MarÃa, que inicialmente pensarÃamos es una obra abstracta, podrÃamos jugar a leerla, tal vez por esa vieja tendencia por la cual tendemos a ver en las lÃneas horizontales el horizonte, como un paisaje. Elle crea una experiencia visual fascinante mediante bandas horizontales de colores fuertes cortadas en su parte superior por un cÃrculo: ¿un sol, una cara? Juan David reproduce con trazos gruesos los elementos del mundo que quizó llaman más la atención a un pequeño de su edad, las máquinas en que no; movemos: un bus, un avión, un helicóptero, que describe con ingenuidad; frescura. Se esmera detallando cada elemento de los que guarda en si memoria, hace una traducción a lÃneas para relatarnos todos esos aparatos: magnÃficos, como en un cuento contado por Paul Klee. Sus dibujos nos ilustrar algunas de las páginas interiores de este número monográfico.
2005-07-16 | 908 visitas | Evalua este artÃculo 0 valoraciones
Vol. 28 Núm.2. Junio 1999 Pags. Rev Col Psiqui 1999; XXVIII(2)