Creación de Carlos Salazar “Encuentro en leptis magna” En las obras de Carlos Salazar (Bogotá, 1957) se perciben superficies aparentemente banales pero tras ellas laten y se presienten mundos más complejos que apenas insinúan su presencia. Este doble juego contribuye a la extraña ambigüedad de sus imágenes. Esa sensación se acentúa por la conjugación de un arte culto con elementos de la cultura popular, del mundo del rock, de la iconografía urbana; del tiempo y el espacio de las adolescentes contemporáneas. Todo esto inscrito en composiciones características de un arte refinado, en las que integra un cuidadoso manejo técnico con elementos simbólicos y conceptuales que reflejan una mitología muy personal Detrás de ese mundo bellamente frívolo y superficial, mundo del póster, de la moda y del lenguaje publicitario, se asoma un universo cargado de memoria histórica y artística: Picasso, Kline, imágenes mitológicas, colectivas o personales, y algunos símbolos que emergen, a veces explícitamente, a veces de manera cifrada. Estas escenas aunque muy cotidianas y reales tienen algo de irreales, de flotantes. Sus modelos adquieren un aire tan próximo como distante, tan frívolo como enigmático, tan inocente como perverso, tan corriente como ficticio: por momentos son maniquíes de vitrina comercial, enormemente quietas y postizas. Sus modelos son mujeres, en las que se repite un mismo rostro, un mismo cuerpo. En ellas confluye la mujer real y la mujer idea o ideal. Mujer de fuente de soda y mujer idealizadora de todo lo femenino como arquetipo fundamental. A ambas las mira con una irreverencia casi sacramental y una ironía tan sutil como obvia.
2005-07-16 | 549 visitas | 1 valoraciones
Vol. 28 Núm.4. Diciembre 1999 Pags. Rev Col Psiqui 1999; XXVIII(4)