De los años 1958 en adelante, en los locales de la Academia en General Concha, nos reuníamos al atardecer un grupo de amigos: Begoña Arrilucea, Secretaria, el padre jesuita José Luis Alonso, Ramón Armentia, José Antonio Romillo y quien redacta esta nota. Ese fue el inicio de una amistad que ha durado casi cincuenta años, no ha sufrido el más mínimo deterioro y me ha permitido conocer a una de las personas mejores y que ahora se nos ha ido de forma inopinada. Me refiero a José Antonio Romillo Martínez. Haber tenido con él un trato fluido, duradero, sincero me permite analizar varias facetas de su vida, a mi parecer importantes: la Profesional, su vinculación a la Academia de Ciencias Médicas y su trayectoria personal.
2005-11-04 | 894 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 102 Núm.2. Abril-Junio 2005 Pags. 23 Gac Med Bilbao 2005; 102(2)