Parálisis facial

Autor: Esborrat Luciano Martín

Resumen

La parálisis facial reviste el valor de síntoma, que traduce una lesión que puede localizarse en cualquier punto de la vía nerviosa. Como dicha lesión se localiza generalmente en el hueso temporal, todos los pacientes con parálisis facial requieren una evaluación otorrinolaringológica. El conocimiento detallado de la anatomía es esencial para comprender las manifestaciones clínicas y para efectuar un correcto topodiagnóstico. El diagnóstico de parálisis de Bell es de exclusión, y solo arribaremos a él después de descartar otras causas de parálisis facial mediante un exhaustivo interrogatorio y examen físico. Es de capital importancia conocer todas las posibles causas de parálisis facial, esto evitará rotular erróneamente como idiopática a alguna parálisis facial que en realidad no lo sea. Los exámenes complementarios deberán ser solicitados criteriosamente. Cuando sospechamos una parálisis de Bell en base a los elementos aportados por la anamnesis y el examen físico, no se requieren inicialmente estudios complejos. Pueden realizarse estudios de laboratorio básicos (VDRL, glucemia, eritrosedimentación, hemograma, etc.), estudios audiológicos (audiometría tonal, logoaudiometría, impedanciometría). Las pruebas eléctricas son útiles para el pronóstico. Cuando existan elementos clínicos de sospecha de otros trastornos subyacentes que puedan causar parálisis facial se solicitarán otros estudios. La descripción de Sunderland de los 5 grados de lesión que puede sufrir un nervio permite clasificar mejor los cambios anatomopatológicos, los acontecimientos neurofisiológicos, la respuesta a las pruebas eléctricas y la recuperación esperada, reemplazando las viejas clasificaciones en 3 grados de lesión (neurapraxia, axonotmesis y neurotmesis). La escala de House y Brackman permite informar muy bien la recuperación de la función facial después de una lesión. El tratamiento de la parálisis facial depende en gran parte de su causa. Con respecto al manejo de la parálisis de Bell es esencial brindar al paciente una explicación satisfactoria del trastorno que padece e iniciar rápidamente las medidas terapéuticas de sostén, fundamentalmente el cuidado de los ojos. Los estudios complementarios se solicitarán criteriosa y oportunamente. El tratamiento farmacológico y el quirúrgico son aun un tema de extenso debate. Ante una parálisis facial traumática la conducta quirúrgica se adoptará según los datos aportados por la clínica y la radiología. Las parálisis faciales congénitas merecen un acabado esfuerzo para determinar si se deben a traumatismo de parto o a anomalías del desarrollo.

Palabras clave: Parálisis facial etiología diagnóstico tratamiento.

2005-11-15   |   6,810 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 3 Núm.2. Julio 2000 Pags. 31-56 Rev Neurocir 2000; III(2)